Con amplia participación de distintos sectores sociales, entre ellos la CTA-T, se desarrolló la primera reunión informativa de la Comisión de Legislación Laboral sobre los proyectos de ley que buscan reducir la Jornada Laboral. El tema viene siendo instalado fundamentalmente por los diputados y diputadas de extracción sindical y va de la mano de la discusión internacional sobre el tema.

Hoy la carga horaria de 48 horas semanales como máximo legal permitido en Argentina representa una de las más extensas del mundo. Es la misma que definió la OIT hace 102 años como derecho de los trabajadores. Desde entonces no se modificó nunca. La intención de los proyectos presentados busca su reducción a 40 horas y luego a 36 sin ningún tipo de disminución salarial, en lo que podría ser un primer paso hacia experiencias como las que ya atraviesan otros países que buscan llegar a semanas de cuatro días de labor.

Pero no sólo está en juego la posibilidad de obtener mejoras desde el punto de vista cuantitativo. Es por demás relevante la posibilidad de que las personas que trabajan puedan tener una vida menos alienada. Esto representaría beneficios incuestionables para los trabajadores, las trabajadoras y la sociedad en su conjunto.

La Cámara de Diputados comenzó a analizar siete expedientes sobre la reducción de la jornada laboral tanto del oficialismo como de la oposición en la comisión presidida por la diputada Vanesa Siley. De esas propuestas, cinco corresponden al oficialismo -presentadas por Claudia Ormaechea, Hugo Yasky, Sergio Palazzo, Eduardo Valdés y Mónica Litza- y dos de legisladores de la oposición, impulsados por el socialismo (Enrique Estevez) y el Frente de Izquierda (Nicolás del Caño).

En la ronda de expositores con la que se inició el tratamiento intervinieron como invitados e invitadas Raquel Cecilia Kismer de Olmos, Ministra de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación; Julio Cordero, Vicepresidente del Departamento de Política Social de la Unión Industrial Argentina (UIA); Claudio Marín, Secretario General FOETRA y Secretario Gremial de la CTA de los Trabajadores; Ricardo Peidró, Secretario General Adjunto de la CTA Autónoma y Secretario General de AAPM; Natalia Salvo y Luis Padin, ambos de la Corriente de Abogadas y Abogados Laboralistas “7 de Julio”; Pablo Anino, editor de Economía de La Izquierda Diario; Svenja Blanke, Integrante de la Fundación Friedrich Ebert y Cristina Faciaben, Secretaria Internacional, Cooperación y Migraciones de Comisiones Obreras de España.

La Ministra de Trabajo respaldó el tratamiento del proyecto al señalar que en la duración de la Jornada máxima legal es uno de los pocos aspectos en los que la legislación laboral de nuestro país atrasa en comparación con el promedio internacional. Del resto de los invitados, el único que manifestó reparos contra las iniciativas en debate fue el representante de UIA, Julio Cordero. En su alocución elogió las virtudes del trabajo voluntario y se preguntó: “¿el trabajo es un castigo? ¿por qué limitar la jornada? ¿está mal trabajar?”. Y profundizó su razonamiento “Si yo limito la jornada, usted va a tener que trabajar menos, para qué? ¿para hacer qué?, siguió inquiriendo. Y respondió a su pregunta: “Bueno, la vida familiar es importante, pero el límite ya se puso después de la segunda guerra mundial y fue de 48 horas. Volver a discutirlo es como si dijéramos ‘ya pelee por esto y lo conseguí pero voy a seguir peleando’”. Por lo cual concluyó “entonces no terminarían más las guerras”.

En nombre de la CTA Autónoma el secretario general de los visitadores médicos celebró el abordaje y planteó que “la reducción de la jornada está directamente relacionada con la salud y la mejora de las condiciones de trabajo”.

A su turno Claudio Marín, por la CTA señaló que “la menor carga de trabajo no necesariamente implica una merma de la productividad sino que al contrario puede mejorar la productividad”. Para sostener su tesis puso los ejemplos de reducción de la jornada en el sector de la comunicaciones cuyo resultado fue el aumento de la productividad de la empresa y aumento de los puestos de trabajo. Tanto los representantes internacionales invitados como los de abogados laboralistas apoyaron la necesidad de reducir la jornada laboral.

Los argumentos de la oposición estuvieron a cargo de Martín Tetaz y Mónica Frade que plantearon como objeciones las diversidades de tipo y tamaño de empresas, el problema de informalidad laboral argentina, el supuesto sesgo electoralista de las propuestas y la posible pérdida de productividad.

El diputado y secretario general de la CTA de los trabajadores, Hugo Yasky respondió a esas críticas advirtiendo que “sobre el problema de la informalidad estamos trabajando en un proyecto integral pero que no se contrapone a reducir la reducción de la jornada que, en muchos países latinoamericanos con niveles mayores de informalidad ya se ha avanzado en la reducción de la jornada”. Y resumió el fundamento de los proyectos: “cuando se comenzó a hablar de los cambios de la revolución científico-tecnológica muchos intelectuales se preguntaron qué iba a hacer el ser humano con el exceso de tiempo libre, ese era el gran dilema.

Hoy tenemos la respuesta: se trabaja más, se gana menos, hay más productividad, hay más pobreza y más riqueza en pocas manos. Nosotros queremos que los seres humanos trabajen menos para que vivan mejor, para estar menos alienados, para tener más tiempo en el cuidado de hogar, de las nuevas generaciones”. A su vez defendió la gradualidad de la disminución del máximo legal permitido y reconoció el apoyo del Ministerio de Trabajo.

También los diputados Sergio Palazzo, Claudia Ormaechea, María Rosa Martínez y Juan Marino de Unión por la Patria, y Nicolás del Caño argumentaron a favor de reducir la jornada laboral. Palazzo llamó a “no mirar la productividad sólo hacia adelante sino también hacia el pasado porque viene aumentando a la par que se reduce el salario real de los trabajadores”.

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