CIFRA - Informe de coyuntura N° 45 - Diciembre 2024
Desde que asumió el gobierno la Libertad Avanza se puso en marcha un nuevo ciclo de valorización financiera que, por el momento, tiene un carácter de corto plazo dada la fragilidad externa que impera en la economía argentina y que ni la fuerte devaluación inicial, ni el consiguiente ajuste económico, ni el blanqueo extraordinario de capitales pudieron resolver aún.
Desde que asumió el gobierno la Libertad Avanza se puso en marcha un nuevo ciclo de valorización financiera que, por el momento, tiene un carácter de corto plazo dada la fragilidad externa que impera en la economía argentina y que ni la fuerte devaluación inicial, ni el consiguiente ajuste económico, ni el blanqueo extraordinario de capitales pudieron resolver aún.
En tal sentido, se advirtieron dos “burbujas financieras” en el primer año de gobierno de Milei que se sustentaron en tasas de interés en moneda local que superan la tasa de devaluación de los dólares financieros, generando altas tasas de retorno en moneda dura. Así, la primera de ellas duró apenas tres meses y alcanzó rendimientos en dólares en torno al 35% para quienes entraron en febrero y salieron a fines de abril, cuando se interrumpió la burbuja por la reducción del interés y la suba de los dólares financieros en el marco del estancamiento en la acumulación de reservas. Esta burbuja obtuvo el financiamiento externo del ajuste a las importaciones derivado de la devaluación de arranque y el retraso en el pago de las mismas por parte del gobierno. La segunda burbuja, en cambio, se puso en marcha a partir de agosto y su principal financiamiento externo fue el blanqueo extraordinario que implicó el ingreso de 23.300 millones de dólares. Esta situación excepcional permitió la convergencia de la reducción del dólar financiero con tasas de interés en pesos en torno al 4% mensual que se reflejaron en rendimientos en dólares de 30,1% para quienes ingresaron en agosto y salieron en noviembre.
Se trata del “veranito financiero” que aún no finalizó pero que ya empezó a exponer las contradicciones propias de los ciclos de valorización financiera que históricamente se estrangulan por el lado del sector externo. La primera prueba de ello es que pese haber ingresado 23.300 millones por el blanqueo (20.600 en forma de depósitos) las reservas brutas no se recompusieron significativamente. Si se las contrasta con el pico de junio, en la actualidad son apenas 1.200 millones más altas.
Ese análisis se agrava si se consideran dos elementos de relevancia. El primero es que la cuenta corriente del balance cambiario registró en los últimos meses niveles de déficit en torno a 2,4% del PBI que son equivalentes a los previos al estallido de la burbuja financiera en tiempos de Macri (2,7% del PBI mensuales). El segundo se asocia a que el blanqueo intensificó un proceso que ya estaba en marcha: un verdadero “festival” de obligaciones negociables en moneda extranjera por parte de grandes empresas, cuyos montos superan a los del primer bienio de la valorización financiera de Cambiemos (7.619 vs. 4.000 millones de dólares). Sus vencimientos son de corto plazo y van a requerir divisas para cancelarlos si no logran retroalimentar la valorización financiera con endeudamiento.
A diferencia de otras experiencias de valorización financiera en ésta se advierte, al menos en esta primera etapa, la ausencia de financiamiento externo, lo que evidencia que el riesgo argentino es superior a las pulsiones que se derivan de los altos rendimientos en dólares de las colocaciones locales. Por una parte, esto se refleja en la incapacidad del gobierno para refinanciar las amortizaciones de capital de la deuda pública. Insólitamente para el expertise del Ministro de Economía, en lo que va del gobierno se llevó a cabo un desendeudamiento “forzoso” en moneda extranjera (-10.100 millones de dólares). Por otra parte, la inversión de portafolio y la extranjera directa de los no residentes son aún más reducidas que en el crítico año 2023 (las primeras fueron negativas y las segundas se redujeron 4,4% interanual a pesar del RIGI, Vaca Muerta y las políticas “pro mercado”).
Ahora bien, más allá de estos comentarios que hacen a la sostenibilidad del proceso, vale la pena señalar las consecuencias sobre el nivel de actividad económica y la tendencia hacia la conformación de una nueva estructura de precios relativos en detrimento de la producción industrial y más regresiva en la distribución del ingreso.
La devaluación inicial, el mega ajuste fiscal, la caída de los ingresos reales, la apertura comercial y los sesgos anti productivos de la política económica derivaron en una recesión significativa que fue de 3,1% interanual en los primeros 9 meses de 2024, pero si se excluye al sector agropecuario afectado por la sequía la reducción asciende a 5,5%. Se trata de un nivel que es más de la mitad del de la pandemia y más del doble de la crisis del bienio 2018-19. Su epicentro estuvo en la industria, la construcción y el comercio cuyas caídas fueron superiores a las de 2020.
La tendencia a la desaceleración del ritmo inflacionario tiene en la recesión y en la estabilización del dólar una contribución decisiva. Por su parte, la apreciación cambiaria en el marco de la apertura comercial provocan cambios en la estructura de precios relativos en detrimento de los bienes (transables), que subieron los precios 5,5% menos que el IPC, y a favor de los servicios (no transables) que aumentaron sus precios 16,4% por encima del IPC. Un déjà vu de los noventa y la última dictadura militar.
El otro precio de la economía con un rezago “histórico” es el salario que sumó una contracción real de 6,8% entre noviembre de 2023 y septiembre de este año, a la caída que viene experimentando desde la etapa de Cambiemos.
Acumula desde allí una reducción de 29,5%. Este fenómeno, que es heterogéneo entre el sector público y privado, y la caída del empleo determinaron el descenso en la participación de los trabajadores en el ingreso del 46,4% a 43,9% entre los primeros semestres de 2023 y 2024. Como contrapartida, la rentabilidad ascendió especialmente en las grandes empresas que duplicaron sus tasas de utilidades sobre ventas.