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DISCURSO AXEL KICILLOF - A 20 AÑOS DEL NO AL ALCA
Lo más importante es dejar plantado un mojón de camino al futuro
Intervención completa del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, durante el cierre de la segunda jornada de conmemoración de los 20 años del No al ALCA.
Estamos para conmemorar uno de los hitos históricos que se va a recordar probablemente por mucho tiempo lo que ocurrió en esta ciudad por lo de No al ALCA, con la presencia de presidentes, de líderes de Latinoamérica de la envergadura de quienes lo hicieron. Teníamos una responsabilidad desde el gobierno de la provincia, por supuesto desde cada una de las organizaciones.
Cada uno, como militante que cuando se cumplen 20 años de ese hecho histórico, demos nosotros una posibilidad de reunión, de discusión, debate, de pensar lo que pasó, recapitular, analizarlo de nuevo.
Vieron que con perspectiva histórica la lectura de los hechos se va modificando. Todo el presente se va reescribiendo con el camino del tiempo, pero teníamos, sobre todo, la absoluta responsabilidad, como fue hace unos días, cuando conmemoramos los 80 años del 17 de Octubre del 45, de darle la envergadura y la importancia que tiene para Latinoamérica y para la Argentina lo que ocurrió aquí, que fue una suerte de declaración de independencia de todos los países latinoamericanos.
También celebro que no fuera simplemente un acto. Agradezco las palabras, la oportunidad de participar del cierre, pero creo que lo más importante que ocurrió es que hubo dos días, dos jornadas de discusión, reflexión, trabajo colectivo. Nos la debemos.
Estuvimos en la UOCRA la otra vez, estuve hace poco tiempo en Naciones Unidas, junto con el presidente Lula, con el presidente Pedro, con Yamandú, con el presidente de España, en unas jornadas hablando de la importancia de contraponernos, y obviamente resistir a este nueva ultraderecha, este fascismo que reina y que ronda por toda América Latina, por toda Europa, por todo el planeta. Importantísimo, pero creo que lo más importante es dejar plantado hoy un mojón de camino al futuro. Muy importante el trabajo, el agradecimiento a todas y todos ustedes, por haber llevado adelante la discusión y por haber puesto una agenda, por haber puesto objetivos y porque también es importante para mí, y a esto lo digo como una forma de hacer política, de gobernar, es importante para mí que cuando hay reuniones de este tipo, cuando las organizaciones, los diferentes sectores se reúnen a discutir, a pensar, y salen con propuestas, con proyectos, como decían recién, para quienes tenemos, tal vez, la responsabilidad de llevar adelante funciones de gobierno, que tenemos más visibilidad, tomar esas propuestas, esos proyectos, también como un mandato, un programa y como un compromiso. Así que me llevo eso. Ustedes dicen que hay que seguir construyendo.
Vamos a seguir construyendo la unidad latinoamericana, la lucha por la democracia, la resistencia a la ultraderecha y lo haremos cada cual desde el lugar que le corresponde y en la escala que tenemos que hacerlo que no es solo nacional.
Seguramente se ha hablado mucho de lo que fue el ALCA, pero quiero sacar alguna enseñanza, con perspectiva de 20 años.
La primera tiene que ver con que lo que ocurrió en 2005 en Mar del Plata fue resultado de una serie de movimientos, de transformaciones que estaban ocurriendo en el mundo y que tenían también su propia historia.
No fue simplemente un grupo de presidentes, lo fue por supuesto, pero no fue solamente un grupo de presidentes. Eso me parece fundamental.
A veces cuando se logran determinadas victorias, y cuando se avanza sobre el adversario, el enemigo, se lo tiende a señalar a quien tiene la voz cantante y el micrófono. Pero no hubiera ocurrido aquí la Cumbre de los Pueblos, no hubiera ocurrido el NO al ALCA, si no como resultado de luchas que se estaban llevando adelante en Latioamérica hacía muchísimo tiempo. Quien derrotó al ALCA fue el pueblo latinoamericano.
Luego también decir que se cumplen 20 años de esa fecha histórica, pero que en realidad el ALCA era un proyecto que venía de antes y creo importante, por lo menos hacerlo brevemente, reflexionar un poco sobre procesos históricos más grandes, porque siempre ocurre que uno expresa, es prisionero de las percepciones, del presente, de un encuentro electoral, de unas elecciones en particular, de un proceso que está ocurriendo, o del diario del día, pero siempre al mismo tiempo participa de una corriente histórica, que está siguiendo un curso. Por lo tanto hay que saber leerla, interpretarla para comprender realmente hacia dónde va la historia, o por lo menos tener un mapa y hacia dónde la queremos llevar o hacia dónde la queremos dirigir.
Esto es importante porque el proyecto del ALCA se inicia 10 años antes, en el 94. En realidad se cumplen 30 años desde el inicio del ALCA hasta el final del ALCA y me parece que es importante verlo porque cuando se diseña la arquitectura, la ingeniería de un tratado de libre comercio, liderado por Estados Unidos, pero que abarque a todos los países latinoamericanos, se lo hace en medio de una situación, de una coyuntura, de un momento de la historia mundial muy particular.
Estamos hablando del año 94. Había ocurrido hace poco tiempo la caída del Muro, y la caída del Muro, tuvo como resultado la instalación de la idea del fin de la historia. Del fin de las ideologías, del fin del trabajo, también.
Recordaba un libro de Riskin, que decía: se acabó el trabajo. Todavía no había Inteligencia Artificial, la robotización que tenemos hoy y ya habían decretado que el trabajador, que el trabajo humano estaba perimido y que entonces había que modificar toda la normativa.
Fue un momento cuando termina la experiencia de la Unión Soviética, la experiencia de la guerra fría, cuando implota el régimen soviético, cuando se decreta además fin de la historia, de las ideologías, del trabajo, que querría decir fin de la explotación también. Un capitalismo distinto, sin trabajadores, o con modalidades distintas de trabajo que no requerían las respuestas que se habían dado históricamente, particularmente a través de los sindicatos, de la organización de los trabajadores.
Si se decreta todo esto junto, que en realidad son eufemismos, formas de hablar, de dirigirse a una situación que en realidad lo que pretendía instaurar era un mundo unipolar. Un imperio que luego de que terminara la guerra fría y la disputa entre los países del bloque socialista, y el lado norteamericano, Occidente, capitalista, había ganado Occidente. Había ganado Estados Unidos. Lo que se estaba diciendo es que había un triunfo del capitalismo general bajo la forma norteamericana, bajo el predominio norteamericano, bajo la expansión norteamericana, bajo las reglas norteamericanas y se decretó eso y se lo llamó el fin de la historia. Y se pensaba que se iban a acabar las guerras, los conflictos, porque todo se había atribuido antes a la situación de postguerra particularmente entre la Unión Soviética y Estados Unidos.
El ALCA era una pieza clave en esa comprensión y en ese proyecto. Lo que se quería hacer era ya no repartirse el mundo entre dos potencias, sino repartirse el mundo en favor de una potencia. Y para nuestro continente había un programa de subordinación, de dominación, de dependencia consagrada institucionalmente. Y el ALCA era eso. Se lo presenta como una forma de libre comercio, como un tratado general de libre comercio, de quitar barreras arancelarias, y por eso quiero recuperar ese clima histórico que dio lugar a que Clinton, de otra fuerza política, que el que después termina aquí en Mar del Plata, Bush, se platea una agenda de dominación, donde las reglas de juego eran puestas por Estados Unidos y ese libre comercio iba a convertir a toda América Latina en una parte, componente, del mercado norteamericano, con una división del trabajo muy específica, donde Argentina, y los países de la región les iba a tocar la primarización, la provisión de materias primas, pero en un marco, de libre comercio y de mercado único, bajo las reglas de Estados Unidos, básicamente, repetir el modelo del Imperio Británico y de la zona de influencia del Imperio Británico que primó hasta la Primera Guerra Mundial, crisis del 30 y la Segunda Guerra Mundial.
Se quería reconstruir un Commonwealth, una suerte de unión aduanera, luego monetaria, pero bajo el dominio norteamericano.
El discurso que aparecía era que había que equilibrar el campo de juego. Se habla hoy acá en la Argentina, de nivelar el campo de juego. Era abrir las barreras de protección, igualar la forma jurídica, legal, desarticular la forma de protección del trabajo, propia de nuestros países. Eso era.
Era desarticular los derechos a la salud, a la educación, laborales, para incluirlos dentro de un campo de conveniencia particularmente de la potencia que se planteaba como única potencia hegemónica que era Estados Unidos. El ALCA era la consagración, la institucionalización de la dominación norteamericana que se esperaba que fuera de mutuo acuerdo y de acompañamiento de los países como el nuestro.
Se hablaba de nivelar la cancha. En realidad no era nivelar la cancha, era inclinarla para el lado de las grandes transnacionales, las corporaciones y dejar a los países, a los trabajadores, a los pueblos en total indefensión, pero como había otros países donde eso ya ocurría, había que hacerlo en todo el continente.
Después se hablaba de la previsibilidad. Era el discurso del ALCA allá por el 94, para la protección de las inversiones. Conocemos lo que fueron las inversiones en los ferrocarriles en la Argentina en la época del Imperio Británico, lo que era la previsibilidad y la seguridad jurídica era la garantía de rentabilidad para el inversor extranjero, solventada por el Estado nacional que actuaba como una suerte de defensor y protector de los intereses de aquellas empresas y de su ganancia.
Entonces el proyecto a partir de la caída del Muro en adelante es muy fuerte y viene acompañado de un paquete de medidas económicas, de un recetario que había que aplicar. Todo el mismo paquete. El fin de la historia, de las ideologías, del trabajo, el ALCA, el acuerdo, el Consenso de Washington. El Consenso de Washington era una suerte de recetario, de Biblia, con diez mandamientos que había que aplicar en todos los países de América Latina para alcanzar de esa manera el desarrollo. Y venía acompañado también con esta idea de unión aduanera, de libre comercio, que era el ALCA. Funcionaba por diferentes andariveles y en cada país de la región se le imponía como programa el recetario de las privatizaciones, de la flexibilización laboral, de la apertura importadora. Había que aplicar el Consenso de Washington y quien lo aplicara estaba después de la caída del Muro, después de la caída de otro sistema posible, no había ningún otro sistema. El capitalismo a la norteamericana había triunfado y los países tenían que subordinarse a eso y aplicarlo.
Lo interesante del proceso del ALCA, de la historia del ALCA, es que se larga en el 94 y se pone ya fecha en el 2005, venían a consagrarlo, a terminarlo, a firmarlo y todo el tiempo en el medio era una permanente presión para ir aplicando las políticas de Washington y también ir buscando luego la consagración del plan comercial, y de integración con el mercado norteamericano.
Eso fue un trabajo, metódico, fue un plan que tenía elementos ideológicos, discursivos, políticas económicas nacionales y acuerdos internacionales. Estaban diseñando un mundo, distinto desde Estados Unidos, después de la caída del Muro, al que nos querían hacer entrar de manera subordinada.
Me parece, es una enorme enseñanza, porque en el momento del 2005, cuando llega la hora de la verdad y cuando hay que ponerle la lápida a las independencias nacionales, ponerle un final a todo proceso de desarrollo, incluso a la propia unidad latinoamericana, cuando ese era el objetivo, viene el presidente norteamericano acá y sigue actuando como si no hubiera pasado nada, porque lo cierto es que muchos países, por empezar la Argentina, habían aplicado la receta del Consenso de Washington. Habían hecho sus privatizaciones, su apertura importadora, habían llevado adelante la privación de derechos, y habían atacado el sistema público, desarticulado los procesos industriales autnónomos. Eso había ocurrido ya en todo el continente, con diferentes modalidades. En la Argentina con el plan de convertibilidad, pero en cada uno de los países hubo experiencias.
Recordaba lo que fue en Ecuador, el estallido en aquel momento, pero el anacronismo, y como a veces ese plan que tienen desde los sectores de poder, que tienen esa particularidad, creo que hay que reconocérsela a la derecha internacional, a la derecha en general tiene sus organismos de pensamiento, sus ideas, su discurso, sus comunicadores, tiene sus planes, se lo trazan y van avanzando en esa dirección. A veces uno dice cuando observa lo poderosos que son esos intereses, lo duro que es dar la batalla, lo difícil que es resistir a estas políticas, ve enfrente que hay una maquinaria inmensa, articulada, aceitada, que trabaja y que avanza. Lo vemos hoy en la Argentina porque Milei se dedica más, probablemente, a invertir en esa suerte de internacional de ultraderecha, más que a lo que se dedica a gobernar la Argentina, a formar parte de ese club de ultraderecha. Ellos tienen un plan, un proyecto, objetivos y los van llevando adelante.
Lo del ALCA muestra un período en donde eso fue así. Donde había trazado un cronograma a diez años, que iban a terminar firmando y necesitaban firmar para consagrar y llevarlo adelante. Creo que la principal enseñanza por lo que escucho y la principal conclusión a la que se ha arribado hoy, acá, en esta jornada después de dos días de trabajo, es que nosotros no nos podemos dar el lujo, en representación de nuestro pueblo, de no tener también un proyecto, un plan, trazarnos objetivos, una agenda, comunicarla, articularla, ordenarnos para ir todos juntos y unidos en una sola dirección.
El diario La Capital, decía que lo ocurrido acá en Mar del Plata, fue probablemente el hecho internacional, histórico, más importante de la ciudad, con la presencia de todos los presidentes, con el presidente norteamericano. Creo que teníamos un portaaviones acá enfrente. Ahora está en el Caribe. Hay cosas que no cambian porque tienen la diplomacia, el discurso, las finanzas, pero tienen los portaaviones también.
Lo interesante de lo que ocurrió en Mar del Plata es que en realidad el fracaso del ALCA se venía desplegando a través de una serie de fracasos, de problemas de ejecutar, de crisis sucesivas. Llegan acá a firmar el ALCA, que era lo que venía a darle forma, institucionalidad a lo que habían lanzado como Consenso de Washington y como plan para toda Latinoamérica, pero en el medio había pasado la crisis en Rusia, en Brasil, del tequila, había estallado el programa de convertibilidad aquí en la Argentina, en Ecuador, era un desastre lo que estaba pasando también en Brasil. Ya había fracasado. Cuando vienen acá a consagrar su recetario y su éxito, los pueblos de Latinoamérica ya sabían que ese programa y ese camino habían fracasado y se lo hicieron ver al presidente de Estados Unidos.
Por eso me parece que es tan importante el hito de la Cumbre de los Pueblos de Mar del Plata, porque por un lado le vino poner final y terminación a ese proyecto de dominación regional y de subordinación de cada uno de los países, de pérdida de soberanía, de pérdida de sus instrumentos de política económica porque se iban a perder instrumentos comerciales, instrumentos financieros, monetarios, era muy ambicioso lo que se planteaba con el ALCA y era la fase superior del Consenso de Washington.
Cuando a hacerlo acá, el Consenso de Washington ya había estallado por los aires. Acá ya habíamos tenido la crisis de 2001, que fue la crisis de la convertibilidad, pero fue la crisis del neoliberalismo, de esta receta, de las privatizaciones, de la apertura importadora, de la desindustrialización, de la flexibilización laboral. Fue la crisis, porque en la Argentina, y llamo la atención sobre las discusiones, y la agenda anacrónica y espantosa que quiere llevar adelante después de las elecciones el gobierno de Milei, ya probamos las privatizaciones y vaciaron y quebraron las empresas nacionales. Ya probamos la flexibilización laboral y no se creó un solo puesto de trabajo. Ya probamos la apertura importadora y destruyeron la industria argentina. Ya probamos la subordinación a las políticas de Estados Unidos y terminó en una catástrofe y en un desastre. Es vino viejo en vasija nueva. Es la misma política que se trata de vender como austríaca, liberal, libertaria, pero es nada más que una política de entrega nacional y es una política que va en contra de los intereses de la mayoría del pueblo y también, porque hay que decirlo bien, incluso, de los empresarios que producen y que viven en la Argentina. Los demás no son empresarios nacionales. Así que lo que propone Milei ya se vivió, ya fracasó.
Dicho en lenguaje más sencillo, nos querían poner la cerca y poner el cartel de “patio trasero de Estados Unidos” como lo conocen ellos. Latinoamérica iba a ser un instrumento, una parte, un componente, de un sistema que se gobierna desde otro lado y para los intereses que son ajenos a los nuestros. Creo que lo del ALCA, lo que demostró es que Argentina y los países latinoamericanos no son patio de nadie y menos todavía, el trasero de nadie.
Otro elemento importante de la Cumbre que se llevó a cabo hace 20 años en esta misma ciudad es que no solo era una cumbre de rechazo. Eso es lo más emocionante. Que se puede recordar de ese momento. Se rechazaba, se enterraba una idea, una intención, un proyecto para nuestros países, pero al mismo tiempo nacía, o se consolidaba otra perspectiva distinta, un proyecto distinto. Fue en aquel momento la foto entre los presidentes lo que permitió ver una hermandad, una cofradía, un proyecto común que luego sería alimentado en otros países, en Ecuador, Bolivia, luego sería también con Lugo en Paraguay, luego iba a terminar creciendo y consolidándose y poniendo de nuevo algo que también quiero recordar, que en aquel momento, porque yo militaba desde el 83 y el tema, la cuestión, el objetivo, propósito, de una unidad latinoamericana era algo que se había olvidado, que se había convertido en canciones de fogón, pero no parecía que fuera un proyecto realizable, un proyecto real, la unidad latinoamericana, la integración latinoamericana. Y me parece que en ese momento termina la idea de patio trasero y nace otra idea, que es la de casa común, Latinoamérica como una casa común, entonces en ese sentido lo que se conmemora del ALCA no es solo lo que murió, sino también lo que nació y hoy estamos acá para dejar en claro que eso que nació, por más dificultades, más peripecias, más victorias o derrotas, eso que nació en Mar del Plata, o que tomó una forma tan tangible y tan visible, está más vivo que nunca.
Lo del ALCA fue un intento de consagrar un proyecto que llevaba 10 años de construcción, de elaboración por parte de EEUU, diez años de negociaciones. Ahora estamos 20 años después de aquello que pasó en un mundo totalmente distinto. Creo que a nadie se le ocurriría, ni por un segundo, porque sería prácticamente de mal gusto, hablar del fin de la historia en tiempos de hoy. La historia está desarrollándose, desplegándose, con un dinamismo y velocidad que es realmente impactante. Impactante porque estamos presenciando una etapa de transición, de reacomodamiento, a nivel mundial. Del comercio mundial, de la geopolítica, de los alineamientos, de la cuestión monetaria, financiera, de los organismos multilaterales. Un reordenamiento también, incluso, de las matrices productivas, de las técnicas y tecnologías productivas.
Estamos en un momento de absoluta efervescencia a nivel mundial, de transición.
Hay algo que se está terminando, que parece estar claramente vinculado a la reaparición de otro polo a nivel internacional.
Hablaba del fin de la historia, de las ideologías, el Consenso de Washington, del ALCA, como producto de lo que siguió a la caída del Muro y el intento de terminar de consolidar un mundo unipolar con una hegemonía absoluta de EEUU como quien dictaba la historia para todos los pueblos y hoy estamos en una situación totalmente distinta. Lo que se predicaba como políticas sanas, positivas, buenas, para los países del Tercer Mundo, subdesarrollados, periféricos, como los llamemos, hoy está en las antípodas del discurso y de las políticas que lleva adelante el propio gobierno norteamericano. Quienes eran los paladines del libre comercio, hoy están en una fase proteccionista. Quienes decían bueno, se acabó la proliferación de armamentos nucleares, etc, hoy están volviendo a una suerte de paz armada para Europa, dedicando presupuesto para ensayos nucleares. Estamos en un mundo absolutamente distinto, ese mundo por supuesto es amenazante, complejo, pero también es contradictorio.
Nosotros acá en Argentina nos encontramos con que gobierna Trump y tenemos un presidente que ha decidido subordinar los intereses de nuestro país a los dictados de Norteamérica, pero la verdad que si uno mira el continente entero no hay tanto lugar para el pesimismo. Estamos en un momento donde los gobiernos de Chile, Uruguay, Colombia, hasta de México, que en aquel entonces no participaba, están mirando, están teniendo una idea de desarrollo, de una Latinoamérica que coordine.
Estamos en un momento en que lo discordante es la Argentina, por eso recojo el guante y digo en el 2027 vamos a sumar Argentina a ese proceso.
Lo digo porque ahora parte de las reivindicaciones y de las prioridades que siempre tuvimos los movimientos populares de nuestro continente, generar trabajo de calidad, hasta los sindicatos. Cuando Trump presentaba el plan, al que llamó el plan de la liberación, o algo así, el plan de aranceles para cada uno de los países, esta herramienta que él considera una herramienta de castigo, una herramienta casi bélica, la política arancelaria norteamericana, pero lo presentaba en conjunto con los sindicatos norteamericanos.
Por primera vez en mucho tiempo, por lo menos desde lo que observo yo, aparecieron como una figura importante los sindicatos norteamericanos. Me llamó la atención en aquel momento porque había una política fuertemente antisindical vinculada al Consenso de Washington, fuertemente contraria a los derechos y ahora las políticas que vuelven a ser nacionalistas plantean también el bienestar de los trabajadores, las condiciones laborales.
Estamos en otra época, corren otros vientos y es importante observarlo también porque acá en Argentina lo que nos están planteando, ya fracasó, pero además es tremendamente anacrónico. Nos plantean aplicar políticas que ya están por fuera de lo que se está planteando desde las principales potencias a nivel mundial. Nos están presentando un programa de subordinación tan fuerte que incluso no está dentro del temario, del recetario, de la política internacional. Apertura total sin defensa de las fuentes de trabajo nacional, sin defensa de la industria nacional, sin defensa de la ciencia y tecnología. Miren lo que está haciendo el gobierno norteamericano para contener y mantener su capacidad de desarrollo tecnológico en una guerra abierta y acá nos dicen que la salida es terminar con el Conicet, con el INTA, el INTI, y desfinanciar las universidades.
Creo que estamos en un momento de transición complejo y contradictorio. Hay una certeza que tal vez antes aparecía como una posibilidad, como una alternativa, pero creo que hoy se vuelve cada vez más como una condición.
Nosotros de cara al 2027 tenemos que plantearle a la Argentina una alternativa. Estamos obligados a elaborar, a trabajar y a transmitir una alternativa política, de desarrollo para la Argentina. Hay una certeza y está bien decirlo a 20 años del ALCA y decirlo en Mar del Plata: No hay posibilidad para el desarrollo de nuestro país, ni de ningún país latinoamericano si no es en el marco de la unidad y de la integración continental. No hay posibilidad. Creo que es una enseñanza este proceso, que es una acumulación que tenemos.
Por eso quiero agradecerles a todos los compañeros y compañeras que vienen de otros países, quiero decirles que esa unidad, esa integración tiene muchos elementos, y se puede hacer a través de diseños, de programas, de acuerdos, de tratados, entre los países y los gobiernos, pero que esa unidad y esa integración, si de algo adolece en la etapa anterior de la década ganada es que no tuvo un grado de organización, de trabajo, de articulación a nivel de las organizaciones populares, de los partidos políticos, de los sindicatos.
Creo que si algo tenemos que aprender de la experiencia de estos 20 años, es que la unidad latinoamericana, y como siempre ocurre con los procesos de unidad vienen de abajo hacia arriba, hay que gestarla en la base, en la gente, en los laburantes, en los estudiantes, en los militantes, con los pueblos, acompañando, escuchando, articulando, trabajando, con las mujeres como protagonistas, con un grado de integración que sea consecuencia y no punto de partida y que se convierta en plan de gobierno y en política de gobierno porque hay una fuerza popular latinoamericana que lo reclama, que lo exige y que lo empuja.
Muchísimas gracias.


