A cuarenta y seis años del Cordobazo recordamos de manera colectiva, desde las experiencias y aprendizajes de nuestros compañeros y compañeras, una de las gestas políticas y sindicales más importantes de nuestro país.
En mayo de 1969, durante la dictadura de Onganía, se sucedieron una serie de protestas y movilizaciones en distintos puntos del país.
Córdoba se había convertido en la capital industrial del interior. En ella estaban instaladas la mayoría de las fábricas de automotores del país, una industria moderna propiedad de poderosas sociedades extranjeras como Fiat y Renault. Esta última había adquirido las instalaciones de Industrias Kaiser Argentina, IKA, de origen estadounidense, radicada en Córdoba desde 1955 y dedicada a la producción de automóviles.
Los obreros industriales que trabajaban en esas plantas recibían salarios más altos que el salario promedio industrial percibido en otras provincias. Como resultado de todos estos factores, en la ciudad de Córdoba se profundizó el proceso de urbanización.
Al descontento general se sumó la decisión del gobierno provincial de suprimir el “sábado inglés”, es decir, la media jornada laboral. En consecuencia, el SMATA (sindicato de los obreros de la industria automotriz) y el sindicato de Luz y Fuerza, convocaron a un paro activo con movilización para el 29 de mayo.
Los estudiantes adhirieron a la medida de fuerza y pronto la ciudad fue controlada por los manifestantes, quienes lograron su ocupación durante unas veinte horas. Se produjeron incendios y ataques a las principales empresas multinacionales. La represión consiguiente fue brutal y dejó como resultado veinte manifestantes muertos y cientos de detenidos, entre ellos Agustín Tosco, Atilio López y Elpidio González.
Marcelo “Nono” Frondizi, Secretario de Interior de CTA, recuerda que para ese entonces lo despidieron de la Kodex. “Yo era obrero gráfico, mi profesión era tipógrafo. Había pasado los tres meses de prueba y el jefe de personal me llama y me dice ‘Frondizi está despedido por activista’. Yo intenté desmentirle, decirle que no, que ni sabía lo que quería decir ser activista. Y en lo concreto me despidieron, en ese clima de agitación en el que nos íbamos organizando”.
“Yo tenía catorce años, estaba en la escuela secundaria, y recuerdo que esa noche mi viejo reivindicaba esa revuelta luego de haber vivido la Noche de los Bastones Largos, que en mi casa, una casa de docentes universitarios, había significado la renuncia de mi viejo de la facultad, el quedarnos sin trabajo”, cuenta Gustavo Rollandi, secretario de Organización. “Y pensamos que era posible torcerles el brazo a los militares”.
Carlos Girotti, nuestro Secretario de Comunicación, recuerda que por ese entonces tenía 19 años recién cumplidos y hacía un año se había incorporado a uno de los grupos remanentes, en Argentina, de la experiencia boliviana del Che. “Al principio fue la alegría. No podíamos creer que menos de un año después de la gran huelga en las obras del Chocón, los cordobeses salieran a la calle a desafiar a las grandes patronales multinacionales y a la mismísima dictadura militar. Pero después de la alegría nos asaltó una sensación extraña: era mitad impotencia y mitad estupor. La CGT de los Argentinos, que había elegido en marzo de 1968 a Raimundo Ongaro como secretario general, apoyó sin dudar la gesta cordobesa, pero para junio de 1969 recibía el cimbronazo de la intervención a sus principales gremios por parte de la dictadura. Por aquellos días, Buenos Aires quedaría muy lejos de Córdoba y muchos militantes como yo deambularíamos por la ciudad sin saber adónde ir. Sin embargo, seis años después, cuando yo ya era delegado metalúrgico en una gran fábrica de la zona norte, esta misma ciudad recuperaría para sí la gesta ejemplar del Cordobazo con la creación, en su cordón industrial, de las Coordinadoras de Gremios, Comisiones Internas y Agrupaciones de Base que nuclearían a las experiencias más avanzadas del activismo obrero de la época”, agrega Girotti.
Victorio Paulón, nuestro Secretario de Derechos Humanos, era estudiante de comunicación social y “empezaba a tener alguna noción, alguna experiencia política. Y bueno, nos sorprendió primero el Rosariazo y después el Cordobazo en términos de quince días, entonces fue una etapa muy especial, donde parecía que lo normal era ese tipo de explosiones populares. El Cordobazo nos cambió la cabeza, fue una experiencia de organización popular que mantuvo a la ciudad prácticamente tomada por 24 horas, por los manifestantes y finalmente desalojada por el ejército”.
Nuestro Secretario General, Hugo Yasky, recuerda que estaba finalizando sus estudios como docente. La movilización provocó varias renuncias en el gobierno.
Fueron reemplazados el general Imaz, ministro de Interior y hombre de confianza de Onganía, y el ministro de Economía, Adalbert Krieger Vasena. La gran burguesía industrial y las Fuerzas Armadas resultaron golpeadas, el tiempo de Onganía al frente del gobierno habían llegado a su fin. “Y dio inicio a las formas de organización obrera y popular que forzaron la renuncia de Lanusse y la vuelta de Perón”, señala Hugo y agrega casi de la misma forma en la que lo recueda Rollandi que “era un momento en el que los que éramos jóvenes pensábamos que la liberación nacional y social estaba ahí, a tiro de piedra”.
“El Cordobazo es un hecho imposible de olvidar, es un hecho que es ejemplo de organización y resistencia”, señala nuestra compañera Sonia Alesso, Secretaria General de CTERA. Marcelo “Nono” Frondizi coincide y agrega que “fue el resultado de una larga lucha, de la resistencia de los trabajadores y el pueblo”. Ambos coinciden en que esta gesta recupera y sintetiza las tradiciones de lucha y organización política y sindical argentinas.
Pedro Wasiejko, secretario general adjunto de nuestra Central, Roberto “Beto” Pianelli, secretario general de los Trabajadores del Subte y Estela Díaz, Secretaria de Género de CTA, niños y niña en ese entonces, coinciden en que al sumarse a la militancia sindical fueron recogiendo la experiencia y lo que significó la clase obrera movilizada para enfrentar a la dictadura. “Todo eso a nosotros nos formó. Nosotros de alguna manera nos formamos en la militancia sindical a través de esas referencias, y de alguna forma enfrentar a la burocracia sindical y de hacer de la militancia sindical nuestro estilo de vida tiene que ver con el Cordobazo”, señala Pedro. Estela ve además con cierta nostalgia “esa alianza obrero estudiantil. Mi militancia universitaria que fue a fin de los 80, en La Plata, nosotros hicimos un frente. Yo era del movimiento universitario intransigente con la JUP. Y el frente tenía como referencia a esa capacidad de organización y lucha de los cordobeses. Lo llamamos 29 de Mayo y fue el primer triunfo que tuvimos sobre la Franja Morada en la Universidad de La Plata”. Pianelli agrega que “para cualquier compañero militante sindical esta fecha es un punto indiscutible porque más que una acción sindical fue una acción política. Una de las acciones políticas más importantes que hizo la clase trabajadora. No era un paro por el aumento de salario sino una acción para que se vaya la dictadura.
Retomar el nivel de conciencia y compromiso y poder haber retomado esos niveles de organización que permitieron el fin de una dictadura”.
Rollandi señala que: “Yo vinculo este hecho a la CGT de los Argentinos y la fundación de la CTA tiene que ver en gran parte con el legado de estos compañeros”. Yasky agrega: “el Cordobazo, junto con la CGT de los Argentinos, con la proclama del 1° de Mayo, fueron sedimentando el piso de la conciencia de clase de nuestro pueblo y fortaleciendo la capacidad de la clase trabajadora y el pueblo de ganar la calle y generar acciones de resistencia”.
En esa misma dirección Pedro Wasiejko y Hugo Yasky recuerdan la misma la frase de Tosco: "la clase trabajadora no había nacido para ser furgón de cola de la derecha”.
Sonia Alesso complementa estas reflexiones y señala que "Agustín Tosco es un dirigente que nos marcó y nos sigue marcando como dirigentes sindicales. Su compromiso, la claridad en sus pensamientos, su entrega, hicieron posible esa gesta que fue un mazazo a la dictadura represiva de Onganía. Recordar el Cordobazo es una lección que tiene vigencia siempre"
Hugo agrega que “desde esta experiencia es que pensamos que hay que seguir siendo autónomos, no neutrales. Defender la independencia de clase con absoluta conciencia de que en este momento no da lo mismo estar del lado de la derecha que seguir confrontando con ella. Nuestra Central asume el legado de no caer en atajos en los que cayeron algunos sectores del sindicalismo que sólo trataron de crear acuerdos con el Gobierno para sostener el aparato”.
“El Cordobazo nos referencia así” -señala Hugo- “en la coherencia de dirigentes como Atilio López, Agustín Tosco, Elpidio Torres, que nos fueron marcando el camino. Cuando en los noventa dentro de la CGT se produce una crisis y los docentes junto con ATE y otros gremios decidimos salir y convocar a la constitución de la CTA no nos sentimos solos aunque cuantitativamente fuéramos apenas un puñado de dirigentes. Sentíamos que junto con nosotros estaban los compañeros que llevaron las luchas de los sesenta y los setenta. Y esa fue la tradición que asumimos. Lo que sedimentó de esas luchas fue la convicción de que más allá de marchas y contramarchas hay una constante histórica y es que la clase trabajadora está llamada a ser el motor de los cambios y las transformaciones”.