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Fuente: frentetransversal.org.ar

Homenaje

, por Angel Akike

“Algún día… no muy lejano, las condiciones van a cambiar, y van a haber representantes del pueblo en serio. Van a haber dirigentes, que van a ser mayoría en el movimiento obrero y van ser consecuentes con su mandato; van a haber dirigentes políticos que no van a tomar la política como una parte más del jet set y de la frivolidad, sino como eso del intento de cambiar la sociedad en la que se vive. Entonces en ese momento cuando se modifiquen esas relaciones de fuerza, estas legislaciones que hoy parecen terribles derrotas las vamos a cambiar todas”.
Germán Abdala, Noviembre 1992

Pasaron 21 años desde que escuche a German decir estas palabras, que sonaban por aquellos tiempos como sentencia improbable.

Estábamos filmando un video para la Cooperativa de los Trabajadores Previsionales (COONATEP), con el que pretendíamos mostrar y denunciar todo el proceso de privatización del Sistema Previsional; la irrupción de las AFJP; los grandes negociados y las terribles consecuencias que sobrevendrían sobre el futuro de los trabajadores.
Eran épocas de hegemonía neoliberal, del imperio del Consenso de Washington y de un discurso que decretaba la muerte de Todo: de la historia, de la ideología, de las utopías. La década comenzaba y nada hacía suponer que ese proceso devastador podía ser frenado.

Para los que hacemos política es una obligación ser optimistas. Creer en que se pueden cambiar las cosas, está en la base misma del pensamiento de todo militante, es el punto de apoyo del resto de las ideas. Sin ese motor, sin ese impulso originario, estaríamos haciendo muchas cosas pero no sería política.

Esa convicción es lo que nos define como militantes y en aquellos años, la mayoría de los que nos oponíamos a la voracidad del neoliberalismo, - aun sabiéndonos en inferioridad de condiciones - luchábamos en el día a día, aguantando, resistiendo.
Se venía la noche, como decimos en mi barrio, y sin embargo, con expresiones como aquella, con una visión que pocos entendíamos y muchos menos creían, Germán llegaba con su mirada más allá de la oscuridad. Anunciaba a sus contemporáneos, a sus compañeros de lucha, no sólo que un cambio era posible. Hilaba más fino al decir que la calidad y el estilo de la dirigencia; la forma de hacer política y principalmente sus objetivos, cambiaría más temprano que tarde.

Germán nos dejó el 13 de julio de 1993, pero antes fue co-protagonista de un hecho que demuestra su capacidad y agudeza mental para analizar su tiempo, anticiparse a lo que vendría. De esa lucidez surgió la creación de un nuevo instrumento político: la CTA, pensada como herramienta de lucha y como espacio de inclusión diferenciándola de las viejas estructuras, al redefinir la lógica, la conformación y los objetivos de esta Central de Trabajadores.

Después de su partida, vinieron los peores diez años de la historia argentina en democracia. Una década en la que sus palabras no dejaron de repicar en mi memoria como un enigma, mezcladas a veces con esperanza, otras muchas con tristeza.
Las “terribles derrotas” que él llego a ver, fueron las primeras de la larga serie que se sucedieron hasta que no pudimos más y llegamos al borde de la desintegración nacional. Realmente el inicio del nuevo siglo no fue muy alentador. La sentencia de Germán de aquel lejano noviembre del ’92, parecía haberse esfumado para siempre ante la mayor crisis económica, política y social de nuestra historia.

Pasaron casi 13 años de aquel colapso, un suspiro de tiempo en términos de la vida de un país. Y German está presente porque dejo una huella y avizoró un futuro que hoy vivimos cuarenta millones de argentinos. Por ello, lo recuerdo con respeto y admiración e imagino una charla de café diciéndole a él, pucho en mano y sonrisa franca: “Turco, tenías razón, lo logramos, pero te quedaste corto”.

Me pregunto si en su genialidad, hubiera podido imaginar el milagro Argentino que se inició el 25 de mayo del 2003 con Néstor Kirchner, que continúa hasta la actualidad con Cristina y que de milagroso no tuvo ni tiene nada.

Porque fueron ellos y un grupo hombres y mujeres los que parados del lado del Pueblo, planificaron y ejecutaron las decisiones políticas que nos pusieron de pie, nos hicieron volver a caminar y que siguen haciéndonos crecer y avanzar.

Recuperamos el Sistema Previsional y aquel organismo “residual”, hoy es uno de los pilares del rol activo de un Estado rediseñado por y para la gente; volvieron las paritarias; se crearon millones de puestos de trabajo; nacionalizamos empresas claves como YPF o Aerolíneas; tenemos casi un 100% de la población pasiva con cobertura previsional y dos aumentos de haberes anuales; a lista de avances vinculados al mundo del trabajo es larga e interminable si sumamos salud, educación, vivienda, etc. etc.
En síntesis, resignificaron la política; ampliamos la base de participación popular; restauramos, profundizamos y logramos nuevos derechos; recobramos soberanía; construimos día a día la Patria Grande, mientras resistimos las permanentes embestidas de los que -desde adentro y desde afuera- quieren, porque les conviene, volver a las políticas neoliberales que los enriquecieron a costa del hambre del pueblo.

No hay dudas que Germán hubiera sido de la partida y un jugador clave del Proyecto Nacional y Popular vigente. Fue ejemplo de lucha para los trabajadores y el mejor homenaje que podemos hacerle es mantenernos firmes y con convicción en este proceso que continúa y que enfrenta nuevas metas y grandes desafíos.

Por él, por los cuarenta millones de argentinos, por los que vendrán y por la Patria Grande continuemos sin descanso en la consolidación de nuestro Proyecto Político, para afianzarnos como una Nación Libre, Justa y Soberana.

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