Desde la CTA Río Negro lamentamos que la parodia electoral del 29 de mayo, realizada por el sector Michelista de la CTA, representado en la provincia por el Secretario General de ATE, tenga como saldo la consolidación de la fractura del sindicalismo que pretende representar a la clase trabajadora.

Luego de no dar ningún dato concreto durante tres días, salen a justificar la pobre participación del 10 % del padrón de electores de la verdadera CTA, algo que en realidad es difícil de sostener porque fue una interna entre amigos sin control externo.

Al inicial misterio numérico del 29 de mayo que se combinaba bastante bien con el larguísimo y escandaloso escrutinio de UPCN, para diferenciarse y salir reclamando “transparencia” ajena, Aguiar tuvo que salir a dar unos números poco creíbles de una jornada de engaño, cuyo único resultado es consolidar la división del movimiento trabajador en la provincia, principalmente del sector estatal. Tan poco creíble resulta que Aguiar no pudo, ante la consulta periodística, informar cuándo asumirá, cuándo comenzaría o terminaría su mandato como supuesto Secretario General, pues claramente no se trató de un acto electoral sino de una puesta en escena sin ningún viso de legalidad alguna, como lo demuestra la Resolución del Ministerio de Trabajo del día 26 de mayo.

Para no desentonar y disimular su responsabilidad de dirigente espasmódico y de permanente autorreferencia, incapaz de articular y organizar de verdad las luchas del movimiento obrero, instala un discurso nuevamente agresivo y descalificador, para posicionarse como el núcleo combativo, asumiendo que su verdadero contrincante no serán las patronales privadas de la provincia, de las cuales jamás se ocupó ni un poquito, ni tampoco la patronal estatal con la que mantiene extrañas relaciones ambivalentes, sino el sector de trabajadores que su jefe Micheli le ha ordenado enfrentar: la verdadera y legítima CTA que existe en la provincia con mandato legal hasta el 1º de octubre. Para construirse como combativo necesita posicionarnos como claudicantes y legitimar así la parodia electoral que han realizado, que en algunos lugares del país tuvo capítulos de fraude escandaloso e innecesario porque tenían todo el millonario y poderoso aparato de ATE a su disposición, sin tener que enfrentar a ningún sector importante en la disputa, salvo en Neuquén donde tampoco se privaron del escándalo público, llegando a calificar de “dictador” al contrincante ocasional en la elección, porque se diferenció de los jefes Micheli y Fuentes.

La principal iniciativa de la dirigencia michelista parece consistir en trabajar claramente a favor de los sectores del capital concentrado y especulativo, no ya enfrentando las buenas políticas del gobierno nacional, sino dividiendo al movimiento obrero para limar su organización y capacidad de respuesta a todos los embates de la derecha económica, policial y política de la Argentina que viene golpeando duro desde diciembre con la rebelión policial (a la cual la dirigencia michelista local le fue bastante funcional) la devaluación y la escalada inflacionaria que pretende pulverizar las conquistas salariales logradas en paritarias. A eso no lo enfrentan ni lo harán porque sino les estaría vedada la silla en la mesa de la Sociedad Rural y del sindicalismo empresario y corrupto de Venegas y Barrionuevo. Han elegido como socios a quienes históricamente reventaron las conquistas y derechos de la clase trabajadora, para agudizar su enfrentamiento feroz con quienes hasta hace poco éramos compañeros de ruta en la lucha contra esos mismos sectores.

Y todo a partir de las extrañas interpretaciones de la coyuntura que hacen dirigentes antes sindicales, ahora políticos, desencantados con el kirchnerismo porque no les dio los importantes espacios de poder para los cuales la divina providencia los había destinado. La falta de humildad en la dirigencia permite el narcisismo que encanta y suma voluntades, pero a largo plazo suele ser la causa de terribles yerros colectivos que tienen responsabilidades colectivas y verdaderos culpables en quienes las encabezan.

En lo provincial la dirigencia michelista nos dice aplaudidores del gobierno porque destacamos algunos logros en materia educativa y recientemente apoyamos la estatización de LU19 por ejemplo, pero nunca nos acompañó en las luchas de nuestros compañeros rurales frente a la esclavitud empresaria y la traición de Venegas, principal enemigo en la aplicación de la nueva digna ley de trabajo agrario. Tampoco en nuestra batalla contra la dirigencia sindical que además ocupa cargos en el gobierno al mismo tiempo como el caso del Secretario de Trabajo y reelecto al frente de STIHMPRA, al cual enfrentamos con la lista Naranja, integrada por compañeros de la Fetia-CTA. Tampoco sentimos el mínimo apoyo en nuestro claro enfrentamiento público a la corporación policial, cuando se rebeló y en su creciente control de las cárceles provinciales, donde emprendimos la organización del sindicato de los trabajadores privados de la libertad ambulatoria, planteando el debate por el retroceso del gobierno provincial en las políticas de seguridad democrática en el último año. Ellos se conformaron con decir que los policías eran la vanguardia de la lucha estatal, pretendiendo capitalizar una expresión caótica a los estatales durante todo el verano, poniendo en crisis el derecho a la salud de los más humildes, para terminar claudicando en abril, luego de un conveniente arreglo salarial de los sectores profesionales de la salud, donde los trabajadores quedaron como convidados de piedra y sin capacidad de luchar organizadamente por sus derechos, no sólo salariales sino también laborales en un sistema de salud pública en claro desgobierno.

No vemos al michelismo enfrentar a las verdaderas clases dominantes, porque las necesitan de aliadas para mantener su mediática permanencia seudo combativa. Esa es la razón por la cual Micheli siempre tiene el espacio de la primera plana de Clarín y Aguiar lo tiene en el diario Río Negro.

Es hora de pensar y construir la verdadera unidad de la clase trabajadora, asumiendo que hay que enfrentar las malas políticas de los gobiernos con lucha y con propuestas, sin dejar de considerar sostener las buenas políticas que sean a favor de la clase trabajadora, que redistribuyan la riqueza y amplíen derechos para el pueblo. Pero principalmente asumiendo que las necesidades estratégicas de nuestra clase siempre estarán en contradicción con las corporaciones dominantes, de la economía concentrada, de las mafias (policiales, sindicales o políticas) y de la derecha política, cuyo programa siempre será el retroceso de nuestras conquistas y derechos.

Emiliano Sanhueza, Secretario de Organización (judicial)

Hugo Rifo, Secretario Gremial (Hielo)

Marta Vidal, Secretaria Adjunta (Hospitalaria)

Luis Giannini, Secretario General. (Docente)

CTA Río Negro.

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