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A un año de la detención de Milagro Sala // Fuente: Página/12
Un reclamo que rompió las fronteras de Jujuy y el país
El Comité por la Libertad de Milagro Sala se conformó en marzo y desde entonces se expandió dentro y fuera de la Argentina, marcando con diferentes iniciativas la relación entre la persecución a la dirigente social y las violaciones a los derechos humanos.
En el penal del Alto Comedero, cuatro mujeres del Sindicato Argentino de Televisión le contaban a Milagro Sala noticias de las últimas acciones. “En los ‘90 buscábamos líderes sociales –les dijo ella– y hoy mirá, están todos organizados.” Fue antes de Navidad. Poco después entró a visitarla el ex juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, que varias veces le dijo que ella ya no era ella. Que su figura había roto las fronteras de Jujuy y hasta de la región para entrar en el mapa de los líderes globales. Hoy se cumple un año de su detención en Jujuy. Zaffaroni es uno de los presidentes honorarios del Comité por la Libertad de Milagro Sala, un espacio de solidaridad política que desde el nombre buscó rápidamente dejar en claro la continuidad entre la detención de la dirigente social y las políticas represivas de la dictadura. La historia y evolución de los comités que hoy alcanzan al número de 61 son una historia en paralelo sobre ese cruce de fronteras de Milagro Sala, pero también sobre la construcción de los efectos y posibilidades de la organización. Con carácter movimientista, los Comités se expandieron en todo el país, y también en Francia, Italia, España, Bélgica, Suiza, Canadá y Estados Unidos. Desarrollan murales callejeros y acciones para interpelar a las figuras del gobierno nacional cuando se mueven adentro o afuera del país. La resolución del Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la ONU marcó en su evolución, un momento de expansión. Mientras se multiplicaba el número de adhesiones, creció el acercamiento de líderes de la región y de un nuevo tipo de líderes locales de espacios divergentes. En ese tiempo hubo pronunciamientos de Evo Morales, Dilma Rousseff, Lula da Silva. Y, fronteras adentro, de referentes del PJ, de la CGT y hasta del Frente Renovador, e incluso de sectores de la izquierda menos afines a la Túpac Amaru.
El Comité por la Libertad de Milagro Sala tiene entre sus presidentes honorarios a Estela de Carlotto, Piedad Córdoba y Baltasar Garzón. Y es uno de los espacios desde donde se desarrollaron las acciones más emblemáticas a lo largo de este año. En Francia, una interpelación al secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj. En Ginebra, Suiza, una acción callejera. En Italia rodearon a Mauricio Macri con carteles. En la AMIA, esperaron a Gerardo Morales. En la ex ESMA, rodearon al fiscal Mariano Miranda. También parte de este espacio en movimiento activó una acción en el último Consejo Federal de Derechos Humanos, que no había puesto en agenda la detención de Milagro Sala. En Montreal, Canadá, hoy harán una conferencia de prensa en conexión con Buenos Aires. Y también son quienes cuentan adhesiones de Evo Morales, Dilma Rousseff, Lula da Silva, Pepe Mujica y Alvaro García Linera.
El origen de los comités es de marzo de 2016 en el marco del Día Internacional de la Mujer. El nombre empezó a pronunciarse entre un grupo de mujeres bajo el rayo del sol en el acceso al penal del Alto Comedero. Estela Díaz era secretaria de Igualdad de Género de la CTA. Y una de las mujeres de esa hilera. “La primera acción que dio nacimiento al Comité es el Día Internacional de las Mujeres –cuenta– cuando sacamos un comunicado de apoyo con la firma de 200 referentes mujeres de todo el arco político, social, académico y religioso. Esa acción incluyó una visita a Milagro. Por entonces, decíamos que no podía haber Día de la Mujer que no tomara a la primera presa política en democracia como mujer, dirigente y líder indígena”.
Allí también estaban muchas otras. Mara Brawer, Elena Naddeo, Marta Alanis, de Católicas por el Derecho a Decidir, Victoria Montenegro, María Rachid, Adela Segarra y más. Comenzaron a preguntarse por acciones a futuro y una forma de definir un frente de distintas trayectorias. ¿Comité?, dijo una. “¿Por qué no?, así se llamaban las organizaciones de solidaridad que surgieron en dictadura”. Esa tarde, anunciaron la creación en una conferencia. “Mientras esperábamos la visita, a muchas de nosotras esta situación nos trajo un deja vu –explicó Segarra–, una rememoración de lo que fue la dictadura. Van a cumplirse 40 años de la dictadura cívico militar y nosotros pensábamos que después de tanta lucha nunca nos íbamos a imaginar que a pocos días de asumir este gobierno iba a haber una primera presa política.”
La historia continuó con la presentación en el Congreso. Y el lanzamiento de la primera acción llamada Cien murales por Milagro. Rápidamente, lo territorial confluyó con lo jurídico, un escenario que incluyó una presentación sobre las irregularidades de la detención ante el Relator Especial sobre la Situación de los Derechos Humanos de la ONU, Michel Forst. Siguió una huelga de hambre en Plaza de Mayo, a la que sumaron a 80 sacerdotes, y el logro de que se levantara la incomunicación y el castigo sobre Milagro. Se hicieron asambleas y movilizaciones. Y finalmente el 11 de julio, un primer encuentro nacional de Comités en Jujuy, cuando ya eran 25 comités, se relanzó la Tupac Amaru, se acordaron líneas de acción a largo plazo y se discutió una política de crecimiento.
“Pero el momento sin duda bisagra de este proceso en términos de adhesiones fue la declaración del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas –continúa Estela Díaz–, sobre todo en el nivel de las voces plurales que comenzaron a acercarse. Comenzaron a llegar adhesiones de personas que tal vez tenían diferencias políticas o dudaban por la cercanía de la Tupac con el kirchnerismo. Allí se notó que esto ya no es una cuestión de determinada militancia, sino que lo dice un organismo de derechos humanos, internacional y de prestigio. Es el momento que hasta los propios radicales tienen posiciones ambiguas, como (Ricardo) Gil Lavedra. Y empiezan a verse fisuras en el gobierno nacional y en términos de adhesiones, si hasta ese momento nos llegaban tres o cuatro por día, comenzaron a llegar más de quince”.
Entre los efectos de la resolución, cambió el humor en la calle con otra recepción en las mesas de recolección de firmas. Explotan las redes cuando hay una noticia vinculada a Milagro, un dato que también es parte de un trabajo en la política de comunicación. A partir de ese mes de julio, esto fue una de las prioridades de los comités. Construir comunicación a través de redes, campañas cortas con imagen y consignas y una web con piezas de libre distribución: “Entendimos que era importante que todos puedan difundir lo que sucede en las causas porque gran parte del problema que tenemos es la estigmatización y el cerco de información”, agrega Díaz.
En paralelo a las denuncias ante organismos internacionales que iban haciendo las organizaciones de derechos humanos como el CELS, Amnistía Internacional y Andhes, el Comité se distribuyó otras tareas. Al comienzo, Estela Díaz y Mara Brawer quedaron en la coordinación. Surgieron diferentes comisiones: la parlamentaria, con Juliana Di Tullio; la jurídica, con Eduardo Tavani y Aníbal Ibarra; y la de asuntos internacionales, con Elena Naddeo, entre muchísimos nombres. En julio surgió la comisión de comunicación, a cargo de la Facultad de Periodismo de La Plata, Cynthia García y Sabrina Roth. Y ahora está tomando forma la de finanzas, para atender la situación de detenidos, detenidas y sus familias.
“Al analizar todo el proceso podemos decir que rápidamente la imagen de Milagro explotó asociada a la lucha por la defensa de los derechos humanos, a partir de esto que es parte de nuestra cultura y de nuestra historia. Y con el correr del tiempo todo tomó un carácter movimientista. Por eso –sigue Estela Díaz–, desde el Comité por la Libertad siempre estamos entre lo que podemos organizar y todo aquello que fluye y desborda todo el tiempo.”