Desde la CTA Río Negro rendimos homenaje a las víctimas y reivindicamos la necesidad de terminar con la impunidad de los crímenes cometidos por el Estado y el gobierno argentino los días 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el hombre que posó en más veinte fotos con su renuncia, mientras eran masacrados por la policía y otras balas, 30 argentinas/os, Antonio de la Rúa, hacía pagar carísima a nuestro pueblo, su retirada del poder.
En particular recordamos a la cipoleña y rionegrina Elvira Abaca que salió a buscar a su hija a una plaza de barrio y terminó muerta con un disparo que jamás la justicia dictaminó de dónde salió ni definió ningún culpable, más allá de distintas versiones que señalaban la culpa policial o la culpa empresarial. En esa época la justicia rionegrina ya era vana para la gente de a pie, como lo sigue siendo hoy, por eso nos asombra que merezca algún premio como dicen haber recibido en estos días. La memoria de Elvira Abaca sigue reclamando el fin de la impunidad, como la de más 100 víctimas de la impunidad en Río Negro hasta hoy.
También recordamos como emblema de la masacre de esos días, al militante social de Rosario Pocho Lepratti, verdadero símbolo de compromiso con los humildes y excluidos que el neoliberalismo imperante en aquella época generaba de a millones.
Recordamos que el 19 de diciembre, mientras algunos dirigentes nacionales dudaban de movilizarse y acompañar el descontento popular o al menos contenerlo frente a la represión, algunos tuvimos que salir a gestionar ante algunos miembros de la justicia y la policía, el final de la represión desmedida y salvaje en los barrios de nuestras ciudades, porque muchos policías salieron a disparar gritando que el estado de sitio les permitía tirar a mansalva.
El 2001, como uno de los momentos de mayor hambre, miseria y desolación que vivimos como pueblo no debe utilizarse como bandera para agitar intereses sectoriales o individuales de quienes hoy interactúan en la política argentina desde distintos lugares. Respetar la memoria del dolor y de las víctimas del 19 y 20 de diciembre de 2001, es honrarlos reclamando justicia por lo que pasó, para que los responsables de la masacre vayan presos y no sigan zafando de sus culpas.