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Hablando con Rosa Yapura
Néstor, Cristina y nosotros, los pobres
Rosa. Al escuchar su historia se descubre como un derrotero, como si una línea de la historia fuera pegada a sus ojos, a su ser. O la vida misma estuviera signada por caminar dentro de un túnel, el del destino y ahí es donde cada cual lucha por ser lo que es el espejo de su alma. Y Rosa en un momento, sintetizando su visión de sí misma, dice: yo soy una luchadora por el hábitat. “Soy tucumana –dice. Me crié en Tafí Viejo y de casi adolescente me vengo a Buenos Aires.
Y viene eso ¿no? De no tener casa propia, de vivir en una pensión o no poder pagar un alquiler. En esa época mi hermana dice que vaya a Morón que van a tomar una tierras (ahora partido de Hurlingham). Fuimos 34 familias y todavía no había nacido mi hijo. Ya instalamos el rancho, al barrio lo llamamos “Los Patitos”.
Esto fue en el año 85. Recién en el año 94 conseguimos que nos entregaran el boleto de compra. Después, cuando logramos el título de propiedad, vino lo que se llama “el corrimiento”, como no habíamos mensurados profesionalmente los lotes, había piezas que estaban en el lote del vecino, todo eso llevó otros años y otros esfuerzos.
Y si digo, creo, estoy hablando de casi 20 años para tener una vivienda digna. A mi me nombraron presidenta de la Junta Vecinal. Y de eso me estuve ocupando tantos años, de tener legalmente la casa propia.
Yo me hago, me fundo como luchadora del hábitat. Lo que aprendí, las leyes que tuve que estudiar, con los ministros que tuve que pelear. Hay algo que uno comprender, no les interesábamos, a los que mandaban. Una está al margen. Y luché duro por ese título de propiedad. Había vecinos que decían, nadie nos molesta, porque hacer lío. Y no. Yo les decía, si, y que vengan dentro de diez años y te digan que te tenés que ir porque vendieron el lote. Y eso me fue formando.
¿Y usted siendo la más joven era responsable… de donde le nace eso, porque eso se trae, no?
MI madre, ya me decía siendo niña que yo era cabecilla. Eso decía ella. Pasó que cuando íbamos a tomar la comunión, como éramos pobres en el barrio, yo dije que la tomáramos vestidas con guardapolvos, así nadie era más ni nadie se sentía menos. Solo mi madre que sabía coser, nos hizo una corona de guirnaldas. Mucho después, ya instalada en mi casa, tuvimos que vivir los tiempos que nos tocaron: hombres sin trabajo, niños con hambre. Una va aprendiendo con el dolor. Yo trabajaba en los servicios sociales bancarios, y con Alderete quedamos en la calle. Peleamos pero quedamos en la calle, había que dar de comer a los niños. Y ya hicimos granjas colectivas –teníamos el Inta enfrente y nos daban las semillas-, hicimos ollas populares, peleábamos por una Caja de Pan.
Neoliberalismo.
Ese es el nombre. Nosotros no sabíamos que nombre tenía, pero puedo jurar que lo padecimos. Era como que Dios nos había abandonado. Qué destrucción. Nunca bajé los brazos. Nunca. Y espero no bajarlos. Tiempos que nos llamaban “los de la villa”, donde cualquier cosa que sucediera en la zona, éramos nosotros. Tanta injusticia. Un país que se caía. También estuvimos en la Plaza el 20 de diciembre de 2001, cuando la clase media salió con las cacerolas –después se olvidaron y pasamos de nuevo a ser los villeros.
Demos un salto: estás en el Frente Transversal, eres responsable de todas las cooperativas del Plan Argentina Trabaja y estamos en otra época.
Yo entro al Frente Transversal de la mano de otra organización. No importa el nombre. Y es cierto, estamos en otra época. Primero con Néstor, ahora con Cristina. Y con Alicia Kirchner que sueltan este Plan Argentina Trabaja y el plan FiNes, para que los cooperativistas pueden trabajar y estudiar. Esto modifica toda la militancia en el territorio. Ya no se trata de conseguir un Peg, ni una bolsa de comida. Ahora se trata de incorporar a los marginados, y así damos el primer paso para salir, de tener la posibilidad cierta de ser incorporado a la sociedad del trabajo.
Eso es lo que buscamos, capacitar, dar ese impulso y poner toda nuestra creatividad, ver como podemos hacer una bloquera, como podemos llegar a hacer viviendas o como muchos se van integrando al mundo laboral. Y esto que nos va pasando me hace sentir bien. Se milita y trabaja con alegría. Y una ve el recorrido ¿no? Lo cierto que ahora estamos trabajando con los jóvenes, es ahí donde está el futuro. Y se avanza en capacitación, se avanza creando un tejido social en cada barrio, se avanza con adultos estudiando, con chicos que van a la escuela, empujados por la asignación universal por hijo. Y está la suerte, también el merecimiento, de tener este gobierno.
Y no bajar los brazos…
Nunca. Estamos mucho mejor. Y si estamos mejor, es porque peleamos para estar mejor. Los pobres.
Y Néstor…
Néstor y Cristina. Y nosotros. El comienzo ya está sembrado. Y vamos a profundizar estos cambios. Por primera vez en mi vida, puedo decir, tenemos un gobierno, una presidenta que es nuestra, que es del pueblo.