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Entrevista a Hugo Yasky en el diario Tiempo Argentino
“Hay que profundizar el modelo, la estática implica retroceder”
Docente e histórico dirigente de la central asegura que la fractura implica un fortalecimiento político y explica que la confluencia con la CGT es el resultado del contexto histórico planteado en la disputa entre campo y gobierno.
Por Federico Schmalen
Nos recibe en la sede de la CTA de Piedras de la que nunca se fue luego de la fractura con el sector de Micheli. Sigue al frente de la central por un fallo judicial que prorrogó su mandato en el medio de la crisis irresuelta luego de la elección de 2010. Observa claroscuros en un gobierno del que se considera seguidor, pero no oficialista y alerta que “los sectores reaccionarios se están pintando los ojos para la guerra”. Asegura que la fractura sirvió para desprenderse de los sectores que buscaban atar la central al carro de la Rural y el grupo A.
-En los últimos días han coincidido con la CGT en el reclamo de que se reabra el Consejo del Salario para llevar el reclamo de la elevación del salario mínimo a $ 2600. ¿Porqué ese monto?
Tiene que ver con el costo de vida que vamos midiendo en el instituto de economía de la CTA, CIFRA, dirigido por Eduardo Basualdo y Nicolás Arceo que toma el IPS de las siete provincias que miden con la metodología del Indec previa a la intervención. Entiendo que la CGT está haciendo lo mismo. Es impacto en los bolsillo de los trabajadores, que destinan sus ingresos para adquirir alimentos y medicamentos.
-Es casi un aumento del 40%...
Cuando uno va a una discusión salarial arranca con la nota más alta y de ahí se va bajando. Si quisiéramos recuperar el poder adquisitivo de agosto pasado deberíamos pedir $ 2400 pero si pensamos en agosto de 2012 entonces deberíamos pedir más de $ 2800. Nos pareció que lo más inteligente era unificar y lograr que, por primera vez, los representantes de los trabajadores vayamos con una misma postura. Los empresarios normalmente van con un planteo unificado.
-Pero no afecta a los trabajadores representados por usted y por la CGT, porque los convenios están por encima. ¿No tiene más que ver con un posicionamiento político de mostrarse actuando en unidad?
Tiene que ver con la convicción de la necesidad de unificar las fuerzas del campo popular que tienen en la CGT y la CTA dos representaciones importantes cuantitativa y cualitativamente. Podemos organizar un eje que permita a otros sectores populares ser parte de una construcción que nos vaya dando más coherencia y poder en la disputa con el sector empresario. Un sector que, en la Argentina, está asumiendo, fundamentalmente la SRA y AEA, una belicosidad en aumento. El diario de Magnetto informaba sobre el cónclave de los empresarios que plantearon que cualquier gobierno que surja debe aplicar un ajuste. La agenda de ellos es de un signo inverso a la de los sectores populares. Si no vemos la necesidad de unirnos frente a esa unidad estamos mirando para otro lado.
-¿Cuál es la agenda pendiente del movimiento obrero?
En ese cónclave los empresarios decían que, un triunfo de Cristina, significaría más populismo y más intervencionismo del Estado. Nosotros creemos que hace falta más presencia del Estado, más políticas públicas, por ejemplo, con el trabajo en negro que no se resuelve sólo con una buena campaña de difusión ni apelando al buen criterio de los empresarios. Tiene que haber políticas concretas como conferir poder de policía a los delegados sindicales, tiene que haber una política agresiva. Se incrementa el número de trabajadores, pero se consolida un núcleo de precariedad. El trabajo infantil. Aprobar leyes como la que garantiza los derechos de las empleadas domésticas, la del reparto de ganancias, la reforma de ley de entidades financieras, la ley que ponga freno a los desalojos de campesinos a partir de la expansión de la frontera de la soja. Es necesaria una reforma tributaria y una ley de industrialización con eje en la pequeña y mediana empresa.
-El mínimo no imponible no se ha actualizado según el índice de las siete provincias, tampoco la actualización salarial de docentes y estatales... ¿el salario no es una cuenta pendiente?
Hay una gran disparidad en el mundo de los trabajadores. Los sectores públicos han logrado empardar los índices de inflación. Los docentes son los que quedaron mejor parados, los municipales quedaron por detrás y los sectores precarios quedaron muy por detrás. Es una ficción eso de que estábamos en un 48% de la participación de los trabajadores en el reparto de la torta. El fifty-fifty sigue siendo una asignatura pendiente. Hay que aplicar un impuesto al ingreso, no a la ganancia y elevar el piso a los $ 12 mil para que no se aplique un impuesto al salario.
–¿La disputa es al interior del gobierno?
Hay sectores que piensan que estamos en el techo de la distribución mientras que hay otros que creen que estamos recién empezando. El escenario de antes de 2003 está a la vuelta de la esquina y los grupos de poder lo saben. Todavía estamos en una situación que, tocando tres o cuatro variables, se vuelve todo a foja cero y lo poco que hemos podido avanzar se escurre como agua entre las manos. Hay que profundizar, porque la estática es comenzar a retroceder, no se puede quedarse en el mismo lugar.
¿Cómo se avanza? La CGT quiso representantes en las listas...
Creo que no es la vía adecuada, aunque no quiero caer en la posición gorila de que no haya candidatos obreros. Si Del Sel tiene derecho, mucho más lo tiene un representante sindical que más o menos haya sido consecuente con sus representados. Pero cifrar en eso la posibilidad de que el movimiento obrero sea el protagonista es equivocar el camino. Tiene que convertirse en un factor de transformación de la realidad, y eso se hace con movilización popular y con capacidad de organización.
¿Porqué el gobierno no le dio la personería a la CTA? ¿Hubo errores en la estrategia de ustedes?
Se privilegió un statu quo. Así como se mantuvieron las licencias al Grupo Clarín, y eso representó un momento de la correlación de fuerzas y el rumbo que elegía el gobierno de Néstor Kirchner, hubo una decisión de privilegiar una relación con la CGT y con grupos de empresarios que no veían con buenos ojos una representación legal de dos centrales sindicales. También hubo errores nuestros. Recién a partir de 2006, se decidió salir de la testimonialidad y pasar a discutir los problemas reales de los trabajadores. Se perdieron muchos años valiosos aunque no justifica la mora y la deuda del gobierno con relación a este tema. Creo que se va a resolver en favor nuestro por los tiempos políticos que existen.
-Hay sectores de la derecha que, inspirados en los modelos europeos y quizás para limitar el poder de la CGT, han impulsado medidas de reconocimiento de los delegados de base. ¿No corren el riesgo de ser funcionales a eso?
Es una mirada que atrasa diez años que ya ni siquiera la derecha la comparte. En docentes somos cinco sindicatos y negociamos en la paritaria todos juntos y nunca el sector estuvo más fuerte. Esto da por tierra con la idea de que el pluralismo de la representación sindical equivale a fragmentación y debilitamiento. Hoy los propios dirigentes de la CGT saben que no es así.
-Esta confluencia con la CGT ¿cómo se explica? ¿Cambió la CGT o cambió la CTA?
Es el contexto histórico que de alguna manera va generando campos de fuerza, como el que se creó con la resolución 125. Allí confluimos en la calle. Lo mismo en la década de 1990. No es verdad que nunca confluimos con la CGT. Confluimos con el MTA en la Marcha Federal, contra la privatización de las jubilaciones, contra la injerencia del FMI. No venimos de un repollo, fuimos parte de la CGT, nos fuimos cuando se entregó a la política menemista. Sí, sería una herejía confluir con Barrionuevo o con los sectores de la CGT que están con la Rural o con Magnetto.
-¿Lo sorprendió el resultado de la CTA? Todo indicaba que ganaban ustedes tranquilos...
No. Víctor De Gennaro condujo durante 16 años la CTA, y eso es muy complicado de revertir. Yo accedí a la secretaría general como parte de un acuerdo en el que yo era el equilibrio entre los seguidores de De Gennaro y el sector kirchnerista de Depetris y D’ Elía. Ahí De Gennaro se aseguró mayoría en todos los organismos e instrumentos de control de la CTA. Ganarles fue una proeza.
-¿Hoy hay una, dos o ninguna CTA? ¿La división no favorece a la patronal y debilita a los afiliados?
En estas circunstancias, hay que ver qué dice el enemigo de clase que hoy está representado por Clarín. Para ellos, nosotros somos el demonio. No quieren una CTA como esta. Hubiera sido una CTA débil si estábamos unidos detrás de la Rural, la oposición y el grupo A. Una CTA, débil, boba y acrítica. La división esta nos fortalece. Nos sacamos de encima un sector que viene a contramano de la Historia. Como dicen los chinos: “Si uno tropieza y no se cae, avanza dos pasos.”
¿Tienen una política de reunificación de la central? ¿Qué piensa del confederal del 17 de agosto que convoca Micheli?
–Eso es una ficción, un cónclave de amigos que militan en la oposición al kirchnerismo. Nosotros vamos por las elecciones complementarias garantizando una junta electoral distinta, porque el actual presidente de la junta es un asesino serial de procesos electorales. Los padrones no pueden ser los mismos, se tiene que fiscalizar, se tienen que acabar las bandas. En una elección limpia les ganamos 4-1. Los veo decididos a sostener la fractura como un mal menor a reconocer el fraude que hicieron.
-¿Es contradictorio apoyar al gobierno y ser el representante de un gremio conflictivo como el docente?
Apoyar el modelo no implica tener que asumir las taras de los gobiernos provinciales de la vieja política. El conflicto forma parte del proceso.
“Autónomo sí, neutral no”
–¿Usted es oficialista?
–No soy del PJ. Soy del partido de Sabbatella que sostiene el rumbo de este gobierno. Adherir a un proceso político no es lo mismo que el conformismo. Si viviera en Bolivia sería oficialista de Evo Morales, si viviera en Venezuela lo sería de Chávez, lo mismo en Uruguay con relación a Pepe Mujica y en la Argentina lo soy del gobierno que tenemos aunque tiene sus contradicciones y sus claroscuros. No me molesta que me digan oficialista si se trata de defender este rumbo.
–Eso no es contradictorio con los fundamentos de la CTA?
–Como dirigente de la clase trabajadora, tengo que defender la autonomía del movimiento obrero frente al gobierno. Pero eso no es lo mismo que la neutralidad. No necesito un llamado de la Casa Rosada para fijar los reclamos de los trabajadores. En un momento en que los representantes de los grupos más poderosos y reaccionarios se pintan la cara para la guerra, ser neutral es ponerse de espalda a los intereses de la clase trabajadora.