por María José Parra y Martín Marino(*)
Ecuador inaugura la Universidad del Arte, ojalá ese semillero multiplique por cientos la sensibilidad artística y el compromiso con los oprimidos que logró Guayasamín, el artista militante.
Desde un sillón de paño lila, la Cigarra observa frente suyo "Ríos de Sangre": las dictaduras de América eternizadas en un óleo sobre tela que huele a sangre. El predominio del rojo y la piel curtida, amarilla, sufriente del hombre en condiciones de tortura. Amurada a esa pared, la imagen fija del dolor más aberrante para que no olvidemos nunca.
La Capilla del Hombre – y podríamos decir la de la humanidad toda, en sus versiones terribles y, también, en las más tiernas- es la última gran obra de Guayasamín, construida con su familia y hoy sostenida por la Fundación que lleva el nombre del Maestro.
Porque Guayasamín ha sabido pintarnos las caras de quienes ofrecieron su vida por la libertad de América, incluso, de quienes fueron ocultadas en la historia. Esas mujeres que cuestionaron la época y participaron en los primeros planos de la escena libertaria: Manuela Saenz tiene rostro en los murales del gran Maestro. Pero, lo transgresor de este artista ecuatoriano es que ha logrado, con su espátula, las facciones de la injerencia norteamericana, del colonialismo y de los esbirros locales – que parece que en todas las épocas los hay – obnubilados por los intereses externos que atentan contra las necesidades, los derechos, los sueños de las grandes mayorías que habitan nuestros territorios. Los miles de rasgos de nuestros pueblos tienen lugar, sitio privilegiado, en su legado artístico.
Guayasamín nos pinta la historia del modo más humano posible y, por eso, el más desgarrador y el más sensible, porque en el fondo sabe que es de esa misma humanidad de la que depende virar el rumbo violento en un devenir histórico de dignidad, paz y justicia.
Pero ya no queremos exponer aquí quién fue Guayasamín. No queremos un recorrido por los momentos de su obra. No queremos saber su biografía artística, ni la personal, tampoco especular con su intimidad, ni con lo que dejó o no tras muerte. Lo que queremos es que nos diga a través de su palabra y de las imágenes que supo recrear.
Lo que deseamos es que siga presente en la construcción de sociedades más justas, en el desafío de la paz. Queremos que más y más se apasionen con su obra mientras las miradas se pierden en óleos pastosos o rudos acrílicos mezclados con mármol. Que conozcan la historia de Ecuador y la de nuestra América, en las paredes parlantes que este Maestro supo dejarnos.
Basta de palabras Cigarra, veamos lo que Guayasamín tiene para mostrarnos y decirnos. Acerquémonos, también, a través de quienes compartieron los días, los viajes, los sueños y proyectos que hoy siguen vigentes.
Los y las invitamos a ingresar en La Capilla, a escuchar a sus hijas y familiares para entender la potencia, la actualidad de su obra.
“Siempre voy a volver, mantengan encendida la luz.” Oswaldo Guayasamín
www.guayasamin.org
(*)La Cigarra | Contenidos y Comunicación para CTA
www.lacigarralatinoamericana.blogspot.com