El mundo publicitario es un ámbito en el que históricamente han participado creativos y creativas de primer nivel, con gran movilización de recursos e innovaciones artísticas y tecnológicas de última generación. Mucho de la estética del arte cinematográfico ha sido incorporado en la publicidad. Tal es así que existen programas destinados a mirar sólo publicidades. Sin embargo en temas sociales, de género, diversidad y no discriminación en general sus contenidos se asientan en el refuerzo de estereotipos y lugares comunes. Podríamos decir que el sentido común, conservador, suele ser el sustrato ideológico presente en las mismas. Desde esta perspectiva hay ocasiones en las que van más allá y directamente incurren en violación de las Leyes vigentes.
No es la primera vez que la empresa de comunicación que realiza las publicidades de Schneider es amonestada por el contenido denigrante en el tratamiento hacia las mujeres. En la ocasión de la campaña “Perdón” directamente naturalizan las conductas de abuso, discriminación y maltrato. Plantear como un tema de inmadurez de los varones las conductas machistas es una forma de naturalización, que justifica esas conductas, a la vez que ubican a las mujeres en estereotipos tradicionales. Tanto la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, como la Ley 26.485 son claras a la hora de sancionar este tipo de mensajes emitidos en los medios de comunicación. La violencia simbólica se refiere a la imposición de la cultura patriarcal de una supremacía y dominación masculina, que es reforzada culturalmente. Un claro papel juegan en este sentido los medios de comunicación. En la publicidad “Perdón” hay violencia simbólica claramente expresada, no deja marcas visibles, pero tiene un efecto multiplicador que impregna y refuerza la cultura machista de la sociedad. Luego nos preguntamos por qué los varones siguen reproduciendo patrones de violencia y lugares de relaciones de poder frente a las mujeres. Los medios de comunicación, tanto en programas como publicidades, tienen un papel fundamental para contribuir a su permanencia o para colaborar con su erradicación. Con campañas publicitarias como esta, estamos más cercanos a la primera opción. Es responsabilidad de la sociedad no quedarnos mirándolas pasivamente.