Es indiscutible que la economía argentina experimentó una reactivación durante 2017 que se constata tanto en el leve crecimiento del PIB en el primer semestre de 2017 (1,6%) como en la aceleración del nivel de actividad en julio y agosto (superior al 4% interanual). Sin embargo, tal reactivación implica que el PIB apenas alcanza el nivel de 2015 y se apoya en sustentos débiles en la medida en que no parecen concordar con las prioridades de la política económica. De allí que la perspectiva de continuidad del crecimiento es, al menos, dudosa.

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