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Ex canciller del Gobierno de Lula Da Silva
Celso Amorim en la UMET
El ex canciller brasileño brindó una charla en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). La actividad fue organizada por el Comité Argentino de Solidaridad con ’Lula Presidente’.
El panel contó con la presencia del titular del Comité Argentino de Solidaridad con ’Lula Presidente’, Oscar Laborde, quien es además director del Instituto de Estudios para América Latina (IDEAL-CTA) y diputado del Parlasur. También estuvieron presentes Hugo Yasky, diputado nacional y secretario general de CTA de los Trabajadores; Jorge Taiana, diputado del Parlasur; Juliana Marino, ex embajadora argentina en Cuba, y Víctor Santa María, presidente del PJ porteño.
En el momento de las preguntas y comentarios, hicieron uso de la palabra Carlos Tomada, legislador porteño y ex ministro de Trabajo de la Nación; Silvina Frana, diputada nacional por Santa Fe; Fernanda Gil Lozano, parlamentaria del Mercosur, y Pedro Wasiejko, secretario general adjunto de CTA de los Trabajadores y secretario general de FeTIA (Federación de Trabajadores de la Energía, los Servicios y la Industria), entre otros.
En un salón colmado del octavo piso del edificio de la UMET, Oscar Laborde, quien ofició de coordinador, pasó el micrófono a Víctor Santa María para dar apertura al encuentro. “El tema que hoy nos convoca es la lucha por la libertad de Lula, por la libertad de pensamiento, de ideas, por la libertad de expresión”, resumió Santa María, quien además repudió el ataque contra dirigentes sociales y políticos como Milagro Sala, presa política del gobierno de la Alianza Cambiemos.
“Las tres centrales sindicales estuvimos participando desde el inicio en este Comité de Solidaridad. Lula representa a toda América Latina. Es el exponente de una América Latina que intentó buscar un camino que fuera salirse de la trama del gran poder económico neoliberal y de los mandatos que en la década del 90 nos llevaron a la miseria, a la desigualdad, a la pobreza. Nosotros estamos convencidos de que Lula está preso por esa razón. Es quizá la única esperanza que tenemos de retomar ese camino de construcción solidaria, de volver a poner la política al servicio de los más débiles, de los que menos tienen, lograr que en Brasil se haga justicia con Lula, que deje de ser un proscripto. Todo nuestro apoyo y solidaridad”, expresó Hugo Yasky, a continuación.
Entre el público, también se contó con la presencia de Roberto Baradel, secretario de Relaciones Internacionales de la CTA de los Trabajadores; Ariel Basteiro, ex embajador argentino en el Estado Plurinacional de Bolivia; Andrés Larisgoitia, director de la Secretaría de Relaciones Internacionales de la CTA; Eduardo Pereyra, secretario de Relaciones Internacionales de la CTERA; Nicolás Trotta, rector de la UMET; Aníbal Ibarra, exjefe de gobierno porteño y exlegislador; Telma Luzzani, escritora y periodista especializada en Política Internacional, entre otros.
El ex canciller de la República Federativa de Brasil, durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, y ex ministro de Defensa de Dilma Rouseff, Celso Amorim, explicó: “Lo que pasa en Brasil, claro que tiene características específicas de Brasil y del comportamiento de la élite brasileña que le gusta especialmente la dependencia en relación a las fuerzas exteriores y que tiene mucha resistencia al cambio social, quizá en una proporción más grande que en otros países. Porque en Brasil, la memoria atávica de la esclavitud sigue existiendo. No es una coincidencia que la gran mayoría de la población pobre en Brasil sea negra y que la gran mayoría de la población negra sea pobre. Eso tiene que ver con la herencia que tenemos de la esclavitud. En nuestro país la desigualdad es cultivada, es mantenida; es parte de la esencia de las clases medias altas encontrarse separadas de las clases populares”.
A su turno, Pedro Wasiejko, expresó: “Para nosotros fue un faro que una movilización de trabajadores, un obrero metalúrgico, pudieran ponerse al frente con sus compañeros y comenzaran a derrotar a una dictadura que habían llevado a Brasil y al continente a una situación similar. Con el tiempo, también nos fue generando esperanza, ya que un hombre simple del pueblo, del norte de Brasil, llegado a la ciudad, pudiera ser candidato a diferentes puestos legislativos y terminara siendo presidente del Brasil. Eso nos llenó de esperanza, transformó la realidad y también de esto nosotros aprendemos. América Latina y la patria grande, entre todos, vamos aprendiendo y construyendo”.
Juliana Marino, ex embajadora de Cuba, se refirió a los retrocesos en la región y los desafíos a futuro. “Cuando en Argentina nos enteramos de que en Brasil había un obrero presidente, luego cuando tuvimos a las compañeras de presidentas, todos nos creímos que esto no iba a retroceder. Viendo todo lo que ha pasado, se confirma la necesidad de estas reuniones, de este Comité, la concientización, el apoyo y la importancia de Lula libre, Lula candidato, Lula presidente. Un estadista como Lula, su experiencia, la de gobierno y la de persecución, nosotras las compañeras de la Argentina, que conocemos desde la transición democrática el esfuerzo por promover a las mujeres y todas las políticas de género, y hemos mirado atentamente todo lo que ha pasado, también sentimos que hubo una revancha tremenda contra Dilma (Rousseff), contra Marisa (Leticia Da Silva), contra Marielle (Franco). La experiencia de Lula como gobernante, como líder de su pueblo, también en este momento como perseguido, más toda la crisis que pueda haber tenido su partido y la autocrítica, lo constituye y lo convierte en un líder indispensable en esta unidad de destino que los demás países tenemos en América Latina para poder volver”.
“Celso quedó muy impresionado de toda la pelea de la ’ola verde’ que nos contagió. Estaba realmente muy curioso, muy asombrado, muy impactado por cómo se había dado y la dimensión que tomó”, dijo Laborde en relación al debate en el Congreso sobre el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo que fue aprobado en la Cámara de Diputados, y se espera el mismo resultado en la de Senadores el 8 de agosto. “Argentina está mucho más avanzada que Brasil, en eso y en muchas cosas”, celebró fraternalmente Amorim.
A su vez, Jorge Taiana, afirmó: “Nosotros vamos a seguir trabajando por la libertad de Lula, por el derecho de Lula a ser candidato y lo vamos a hacer por varias razones. Primero, por una cuestión de principios, porque creemos que es una injusticia y porque creemos en la solidaridad entre los pueblos, entre los trabajadores y entre las fuerzas progresistas de la región. Segundo, lo vamos a hacer porque creemos en la oportunidad política, creemos que es una batalla que hay que dar y que se puede ganar. Una batalla difícil pero la vamos a dar y vamos a esforzarnos y colaborar en todo lo que podamos con ustedes. Y tercero, lo vamos a hacer en defensa propia, porque sabemos que nosotros necesitamos un Brasil con democracia, con gobierno popular. Lo que se está jugando en Brasil es la calidad y la existencia misma de la democracia en la región. Ya se acabaron las transiciones a la democracia. Y tuvimos democracias participativas. Lo que se está discutiendo ahora en la región es si vamos a tener gobiernos que representen al pueblo, o aquellos gobiernos que representan al pueblo y aspiran a reformas, en muchos casos incluso muy moderadas, directamente tienen que ser excluidos de cualquier forma de participación en el gobierno. Eso no lo vamos a aceptar. Y, sobre la calidad de la democracia, tenemos una primera batalla en la región el domingo, en donde confiamos en el triunfo de Andrés Manuel López Obrador”, aseveró Taiana en relación a las próximas elecciones presidenciales en México, y agregó: “Confiamos en la libertad de Lula y en su proceso electoral”. También agradeció a quienes hicieron posible la actividad y especialmente la hospitalidad y el compromiso de Roberto Baradel para llevar adelante la reunión.
Celso Amorim también visitó horas antes el Instituto Patria donde mantuvo una reunión con la senadora y ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y allí estuvieron presentes Pedro Wasiejko y Ariel Basteiro.
Intervención completa del ex canciller de Brasil Celso Amorim
"Quiero agradecer a todos los amigos y amigas que me invitaron para estar en Argentina y para mí tiene varios significados. Estuve recientemente en Francia y era complicado explicar lo que está pasando. Aquí, en Argentina no es igual, salvo que hay algunos detalles, que ustedes no necesariamente conocen y hay detalles, que yo tampoco consigo explicar, porque es una cosa kafkiana. Deseo expresar un profundo agradecimiento por la manera solidaria, por la fuerza que los argentinos, las argentinas, nos han ofrecido para esa campaña por la libertad de Lula y el derecho para que sea candidato.
Lo que sucede en Brasil, claro que tiene características específicas de Brasil, y con el comportamiento de la élite brasileña, a quien le gusta especialmente la dependencia de fuerzas exteriores con mucha resistencia al cambio social, quizá en una proporción mayor que en otros países.
En Brasil, la memoria atávica de la esclavitud sigue existiendo. No es una coincidencia que la gran mayoría de la población pobre sea negra y que la gran mayoría de la población negra sea pobre, porque eso tiene que ver con la herencia que tenemos de la esclavitud que ustedes no tienen en la misma proporción y también por otros hechos históricos.
Tiene que ver con cómo la desigualdad en nuestros países, en Brasil es cultivada, mantenida, es parte de la esencia de las clases media, alta, encontrarse separada de las clases populares. Eso en cierto sentido es específico de Brasil, aunque puede tener similitud con otros países sudamericanos y latinoamericanos, en general, pero hay también otros aspectos que son de geopolítica global, que tiene que ver mucho con lo que pasa en otros países, creo, incluso con Argentina.
Hay evidentemente después de algunos años de progreso social, en integración, porque las dos cosas caminan juntas, en progreso de nuestras soberanías, a las que podremos defender sólo si trabajamos conjuntamente, porque aisladamente no lo conseguimos. Después de más de una década de progreso en ese sentido, hoy asistimos a una reversión de eso. Una ola neoliberal que se vale de varios instrumentos en las elecciones porque el poder económico está presente en las elecciones de manera muy fuerte, e influencia la manera de votar o cuando no puede funcionar con elecciones, sucede lo que sucedió en Brasil, donde hubo en realidad, un golpe de estado. Un golpe de estado atípico, si uno mira otros golpes, primero porque no ha sido esencialmente un golpe militar, y también es atípico porque es un golpe continuado. Obviamente hay momentos puntuales de ese proceso, pero es un golpe que es un proceso y que aún no terminó. Sólo va a terminar cuando la élite brasileña y los que apoyan esa élite brasileña, que inspiran esa élite de afuera, consigan impedir que Lula sea candidato. Ése es el objetivo final.
Aunque obviamente Lula es la persona que encarna mejor que nadie en Brasil un proyecto progresista, el golpe es contra el proyecto progresista. El proyecto progresista tiene varias dimensiones, yo destaco dos aspectos: la disminución de la desigualdad, que es brutal, en nuestro país y en otras regiones. Latinoamérica es la región de más desigualdad en el mundo y Brasil es de los más desiguales dentro de Latinoamérica. Esa desigualdad disminuyó mucho en los gobiernos de Lula y Dilma, pero sigue existiendo. Esta desigualdad pasa por lo social, de clase, pero pasa también por la cuestión de género y raza. Frecuento mucho las universidades y algo que veo hoy, es que el color de los estudiantes brasileños cambió. Ésa es una cosa muy demostrativa, gráfica, de los cambios que se dieron durante los gobiernos de Lula y Dilma. Eso se dio porque hubo políticas positivas que facilitaron que se pudiera mostrar el talento de las personas. Algunos hablan del mérito. Pero hay que tener condiciones, posibilidades, para que el mérito aparezca. Ésa ha sido una gran diferencia. Eso es verdad en todo Brasil en las universidades privadas y públicas.
La izquierda decía que las políticas de Lula eran asistencialistas, que no había cambios estructurales. No, la educación es algo tan importante como la salud, pero la educación es muy importante para el cambio estructural. Nada es más importante que lo que está en la cabeza, en la mente de las personas. Y ese cambio, es lo que da esperanza, también, de que vamos a volver a tener un gobierno más progresista, más volcado a la justicia social.
El otro aspecto es la afirmación de nuestra soberanía, y eso se hace conjuntamente con otros países en desarrollo, sobre todo de Sudamérica y América Latina.
Soberanía que tiene expresión en la defensa de los recursos naturales de nuestros países. Somos la región que tiene más agua dulce en el mundo, que va a ser algo muy importante en el futuro. Somos la región que tiene petróleo en las capas profundas debajo del océano. La defensa de esos recursos, la utilización de nuestra potencialidad como región, para tener una presencia en el mundo es algo que pasó en función de gobierno de Lula, Dilma, Néstor, Cristina, Chávez, cada uno a su manera, con las características de sus países, para poder hacer una integración regional. Hablo mucho de América del Sur, no porque no piense en América Central, el Caribe, con la relación que tiene con el Brasil desde el punto de vista cultural y étnico.
Lo que era más práctico, más viable en el corto plazo, incluso geográficamente, era la integración de Sudamérica. Por eso pusimos nosotros tanto énfasis en lo que fue antes la Comunidad Sudamericana de Naciones y que terminó como Unasur. Algo muy importante, y que es la primera vez en la historia de nuestra región en que los países sudamericanos tienen una organización política que se está destruyendo ahora, por los gobiernos neoliberales. Se está desactivando. No se va a destruir porque lograremos volver.
Quiero reafirmar esos dos aspectos que están por detrás del golpe: El combate a la desigualdad, que molesta sobre todo a la clase dirigente de nuestro país, sobre todo a una parte importante de esa clase dirigente, que aún tiene en su mente, en el fondo de su mente la memoria de la esclavitud, que no admite por ejemplo que los empleados domésticos tengan derechos laborales, que puedan tener vacaciones, un horario de trabajo, no pueden aceptar que el salario mínimo aumente más rápidamente que la inflación. No pueden soportar que la gente pobre, negra, de las favelas, frecuente la Universidad. Recordemos a Marielle Franco que ha sido asesinada en Río de Janeiro, de manera brutal. Era una persona que había estudiado. Había logrado hacer cosas que hace 30 o 40 años eran imposible alcanzar. Ése es un cambio importante, pero hay mucha resistencia a ese cambio, mucha visión de que los pobres deben quedar en sus lugares. Y en el plan de la soberanía hubo varias cosas, como mencioné ya la defensa de nuestros recursos, pero también la integración.
Siempre menciono una tapa de la revista Economist, que muestra la región, el continente americano, cabeza para abajo y el título es: ’Nobody’s backyard’. No es más el patio trasero de nadie. Eso les molestó mucho, a mucha gente que hace al estado profundo, que existe en Estados Unidos. No es cuestión de Obama o Trump. Pueden ser mejor o peor. Pero hay un estado profundo. Otro ejemplo de cómo actúa el estado profundo. Brasil estuvo involucrado en un acuerdo nuclear, juntamente con Turquía, en relación al programa nuclear de Irán. Nos había sido pedido por Obama. Llegó a Lula y dijo en una reunión, de lo que se llamaba de 8 más 5, en Italia, pidió a Lula, habló, de la importancia del programa nuclear. Dijo que había extendido la mano, que no había sido correspondido y terminó diciendo nosotros necesitamos de amigos que puedan hablar con quienes nosotros no podemos hablar.
Ese pedido que era general, luego se materializó en propuestas muy concretas que fueron enviadas por sus emisarios. En algún momento, creo que otras fuerzas en Estados Unidos tuvieron dudas sobre el acuerdo. Tres semanas antes de la firma del acuerdo Obama envió la misma carta a Lula y al primer ministro de Turquía diciendo cuáles eran los puntos esenciales que harían significativo el acuerdo.
El único problema que tuvimos fue que pudiéramos tener éxito, conseguir algo que los miembros permanentes no habían logrado, Brasil y Turquía, potencias medias, lo lograran.
Todas esas cosas, la integración de Sudamérica, nuestra relación con los Países Árabes, nuestra posición en relación con Palestina, que reconocemos como Estado. Sin hostilizar a Israel. Lula fue el primer presidente brasileño en visitar a Israel. Yo estuve en Israel cinco o seis veces. He tenido siempre conversación muy correcta con los dirigentes israelíes, pero teníamos nuestras convicciones, y una de ellas es que el Estado Palestino debía ser reconocido.
La formación de grupos internacionales, tal como el G20 y la Organización Mundial del Comercio, lo que hicimos con los países en desarrollo, que permitió cambiar totalmente la dinámica de negociación, evitando un acuerdo que sería contra nuestro interés como quisieron hacer en Cancún en 2003. No logramos el acuerdo que queríamos, pero evitamos un acuerdo que sería muy malo para nosotros.
La formación de los BRICS, un factor de equilibrio, que benefició a toda nuestra región, porque aunque hubo una participación de los países sudamericanos en la reunión que Dilma presidió. Una vez en que yo no era ministro de Relaciones ni de Defensa, fui invitado a un seminario en Bratislava, sobre seguridad Europa Occidental. Me pusieron en una mesa que era sobre el BRICS. Estaban muy preocupados con el banco del BRICS, querían saber si el banco del BRICS era para tomar el lugar del Banco Mundial. Les dije que buscábamos una alternativa para los países más pobres.
El BRICS recomendó en una oportunidad un cambio en la participación en el FMI, más participación de los países en desarrollo. Eso fue aprobado y tardó como cinco años para ser después refrendado por el Congreso estadounidense, y fue refrendado luego de la creación del banco del BRICS. Se percibió que si se insistía en mantener Bélgica u Holanda, con una participación más importante que Brasil, India, o Argentina ya no tenía ningún sentido. Era necesario hacer ese cambio. El cambio no fue suficiente pero fue un inicio.
Los problemas en nuestra región con pluralidad de percepción, independientemente de nuestras preferencias personales o de países, gobierno. Por ejemplo cuando se trató de actuar como intermediario entre Venezuela y Colombia en un momento difícil, el presidente Kirchner, como secretario general de Unasur, fue quien hizo la mediación. Cuando hubo un problema interno en Venezuela, en el 2003, que estaba muy cerca de ser una guerra civil, parece que la gente se olvidó que Brasil ayudó a crear el Grupo de Amigos de Venezuela que incluía todas las fuerzas. Fue posible por lo menos evitar lo peor. Y cuando hubo una crisis en Bolivia, oponiendo la llamada Media Luna al Altiplano, la parte más rica con la parte más pobre, también la parte más blanca con la parte más indígena, fue la Unasur que actuó. Ya no era la OEA. Sentían que había una pérdida de influencia real en nuestra región.
Cuando creamos un Consejo de Defensa Sudamericano. Nunca antes se había podido hablar de defensa. O bien cada país hablaba individualmente, o hablaba bajo el concepto de defensa hemisférica, bajo el liderazgo de la mayor potencia del mundo.
Todas esas actitudes que de alguna manera avalaran la hegemonía absoluta. La actitud firme en defensa de nuestros intereses. La actitud firme en defensa de nuestros modelos. Sé cómo se luchó para mantener la reindustrialización en Argentina y cómo nosotros nos oponíamos a que continuaran los subsidios agrícolas, de los europeos, de los americanos. Todo eso lo hicimos con gran independencia. Sumamos mucho. Creamos también la Celac, que no tiene la misma densidad que Unasur, pero es un foro en el cual los países de América Latina y el Caribe por primera vez, en 200 años de independencia nos relacionamos sin estar bajo la supervisión de Europa o de Estados Unidos.
Todo eso, más la molestia que se creaba internamente con el combate a la desigualdad, creo que fue el origen del golpe de estado que sufrimos. No es solamente una cosa de partidos. Uno puede decir que el PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) actuó de determinada manera, hubo muchas traiciones, lamentables desde el punto de vista ético y humano. Quizá nunca he visto una escena tan patética aquel día del empeachment de Dilma, en que la gente hablaba, revelaba su misoginia, el odio a los pobres, decían que estaban votando por Dios, su familia, uno incluso tuvo la suprema actitud que estaba votando en homenaje a un conocido torturador del gobierno militar. Ha sido patético. Me hacen recordar a los cuadros de Bosch, una mezcla de sadismo, misoginia, pero detrás de eso había estructuras muy fuertes. Es lo que necesariamente debemos comprender.
Nosotros estamos enteramente agradecidos al apoyo efectivo y muy bien organizado de los sindicatos, de los individuos, de las personas, de los grupos sociales en Argentina. Es muy importante comprender, como ha sido destacado aquí, que se trata no sólo de una lucha por Lula, no solamente por Brasil. Es por la posibilidad de una América del Sur que actúe de una manera independiente. La escena que estamos viendo en Estados Unidos, ahora obligado a retroceder, pero que sigue con la idea del muro. Trump sigue con la intervención militar contra Venezuela. Es casi inimaginable. Cuando Trump hizo la primera declaración diciendo que no excluía una acción militar contra Venezuela, que no haya habido una reunión inmediata para condenar ese tipo de declaraciones. Y luego cuando su canciller dijo que era posible una especie de golpe para cambiar la situación y ahora estuvo el vicepresidente en Brasil, con la misma idea de aislar aun más a Venezuela, no comprendiendo que la política de aislamiento que no funcionó con Cuba, tampoco va a funcionar con Venezuela, pero están estimulando un conflicto que puede ser muy grave, ahora con ese ingreso de Colombia como socio de la OTAN.
Quería que se viera el contexto geopolítico en general. Lo más fuerte, es sin duda el contexto humano. Hay una injusticia brutal con Lula. Nuestros países, al igual que los países ricos que también sufren problemas de corrupción en la política, desafortunadamente eso ocurre y ocurre más cuando el sistema político estimula eso. Lo que sucede en Brasil, con las elecciones, porque las elecciones en Brasil son extremadamente caras, lo que estimula la corrupción.
Pero Lula no está preso por corrupción. No hay ninguna acusación concreta. Lula está preso por una acusación específica, que ni el acto de gobierno, en que hubiera favorecido a una empresa es identificado. Hay una innovación jurídica increíble que destruye el principio de presunción de inocencia, y tampoco obtuvo beneficio, porque el departamento donde iban a hacer obras nunca le perteneció. Nunca hubo documento en el que se manifestara la intención de comprarlo, nunca tuvo la llave, pero era necesario probar eso. Por eso fue direccionado para cierto juez. En una charla me referí a que había un humorista brasileño que decía: El hecho que yo sea paranoico, no significa que no sea perseguido. Extrapolando eso, el hecho que yo no crea mucho en teorías conspiratorias no quiere decir que las conspiraciones no existen.
Hoy mi tendencia es creer que todo es conspiración. Cómo es coincidencia que todo cae en un juez determinado. Que ese departamento que está en San Pablo, pero la historia va a un juez que es de Paraná, que además trata el tema de Petrobrás que es de Río.
Todo ha sido direccionado. Hay un miembro de la Procuraduría americana, que estuvo en Brasil y dijo que había una cooperación informal con los procuradores brasileños.
Qué noción tiene esta gente de soberanía nacional para permitir ese tipo de cooperación, que no sólo llevó a Lula a la prisión por bajas acusaciones sin fundamento, pero que además de eso han destruido empresas de ingeniería. No puedo decir que no cometieron errores. No veo la justicia alemana diciendo que Volkswagen debe cerrar.
Ésa es la cuestión que hace ver que hay una lógica perversa para alejar los gobiernos progresistas de la región.
Esa lucha contra esa lógica perversa tiene un nombre y un sitio, que es Lula en Brasil.
Lula que tiene que ser liberado. Lula que tiene que tener derecho a ser candidato. No solamente porque sea un derecho individual de él como persona. No ha habido aún condena final, faltan recursos. Es un derecho del pueblo brasileño de elegir a su presidente. Lula es el preferido, es considerado el mejor presidente de todos los tiempos, aparece en las encuestas muy por encima de todos los demás.
He escuchado de mucha gente esa preocupación, incluso de gente que no está hoy aquí presente, amigos de Chile, de otros países que nos dicen: Eso nos interesa para nuestra sobrevivencia, como movimiento progresista en nuestros países.
Quiero decir una vez más que los argentinos nos dan muchas lecciones. Culturalmente, y las mujeres sobre todo en la capacidad de organización, en las protestas, en la manifestación de solidaridad. Todo eso nos fortalece. Si hay algo positivo en eso es el sentimiento de hermandad, solidaridad, entre las fuerzas progresistas de nuestros países, más allá del fútbol, o de otras cosas en que podemos tener rivalidad.
Muchas gracias, Lula Libre.
Viva Argentina. Viva Brasil. Viva la integración Sudamericana".