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Informe sobre brechas laborales del CEMyT
Asimetrías que resisten a los cambios
Por Nora Goren
El cuarto informe de la colección Mujer y trabajo del CEMyT aborda el tema de las brechas de género en el trabajo y en los salarios. Ahí analizamos cómo si bien en las últimas décadas hemos asistido a cambios importantes en el mercado de trabajo, este crecimiento expresado en mejoras en los indicadores laborales, reducción de la desocupación, la subocupación y de la no registración, así como la masiva incorporación de las mujeres al mismo, no se ha traducido en una mejora equivalente del lugar que ocupan las mujeres dentro de este espacio.
Uno de los puntos que ahondamos es el de las brechas salariales entre varones y mujeres donde indagamos cuáles son los factores que inciden y explican las diferencias existentes. Evidenciamos a través de datos estadísticos cuáles son los factores que conforman el modo y las características de la inserción laboral femenina.
Algunos de los datos que se presentan en el informe interpelan la relación entre salarios y nivel de instrucción, rama de actividad y precariedad laboral.
Nivel de instrucción
Se observa que tanto mujeres cómo varones que tienen mayores niveles de instrucción perciben salarios más altos que quienes tiene menor nivel de instrucción. Asimismo las diferencias entre los salarios de las mujeres y de los varones también disminuyen a medida que se obtienen mayores niveles de instrucción, lo que no significa que desaparezcan. Los salarios siguen siendo menores para las mujeres. En este sentido, las brechas de género que se producen en el trabajo productivo no pueden ser explicadas por las brechas en el nivel de instrucción, sino a partir de los argumentos que subyacen a los mercados de trabajo segmentados.
Cuadro: Salario promedio, salario horario y tiempo promedio de la ocupación principal de los/as asalariados/a según sexo por nivel educativo.
Fuente: CEMyT en base a EPH, INDEC. Segundo trimestre 2012
Ramas de actividad
Las mujeres se insertan en las ramas de actividad consideradas “femeninas” y los varones en las consideradas “masculinas”, lo cual demarca territorios laborales para unas y otros. Así mujeres y varones con ciertos perfiles, en términos de oportunidades que ofrece el mercado, sólo acceden a ciertos segmentos y, a su vez, estos segmentos se van consolidando a partir de los perfiles de trabajadores/as que se incorporan.
Al hacer el ejercicio de mirar los salarios promedios de cada uno de los sectores de actividad y ordenarlos de mayor salario a menor salario identificando cuál es el grupo más representado en cada uno de ellos, se evidencia claramente cómo esta segmentación se traduce en inequidad.
Cuadro: Participación del empleo asalariado según sexo y salario promedio por rama de actividad.
Fuente: CEMyT en base a EPH, INDEC. Segundo trimestre 2012
Los varones se insertan mayoritariamente en los sectores de actividad donde los salarios son más elevados. Los sectores de la Administración pública, el transporte y la Industria son los sectores con salarios promedios más altos y allí los varones son mayoría. Mientras que en la enseñanza y la Salud con salarios promedios menores las mujeres son mayoría. En el sector de la enseñanza, que es un sector altamente feminizado, un 76% de mujeres y un 24% de varones, verificamos que las mujeres ganan en promedio menos que los varones, la brecha es del 22%.
Si miramos dos sectores, uno masculinizado cómo la construcción y otro feminizado cómo el trabajo en casas particulares, ambos caracterizados por los bajos niveles registración y los bajos niveles de instrucción alcanzados por quienes lo desempeñan observamos que el salario mensual de las mujeres es de un 59% menos que el de los varones y que lo que cobran por hora es un 26% menos.
Cuadro: Salario promedio, salario horario y tiempo promedio de la ocupación principal de los asalariados según sexo en el sector de la construcción y servicio doméstico
Fuente: CEMyT, en base a EPH. Segundo trimestre 2012
Registración
El acceso de las mujeres al empleo de calidad, expresado a través de la registración, es distinto al de los varones. Mientras el 36% de las mujeres permanecen no registradas, entre los varones ese porcentaje desciende al 30%. A nivel de los salarios observamos que la brecha de salarios entre mujeres y varones registrados es del 20%, mientras que entre los no registrados esa brecha aumenta al 36%.
Cuadro 15: Salario promedio mensual y brechas según sexo, registro y rama de actividad
Fuente: CEMyT, en base a EPH. Segundo trimestre 2012
Para reflexionar
El nivel de instrucción alcanzado, las responsabilidades familiares, el cuidado de niños, niñas y adultos mayores, entre otros, condicionan y/o inhiben la participación de las mujeres. La forma que asume su participación, los tipos de trabajo en los que son demandadas y a los cuales acceden, el sector social de pertenencia y el ingreso por ellas percibidos son variables que, de manera conjunta y sinérgica se deben considerar a la hora de evaluar la modalidad y el tipo de inserción femenina en el trabajo remunerado.
Las mujeres no perciben el mismo salario, sobre todo porque no ocupan los mismos empleos que los varones, lo que puede ser explicado por la segregación ocupacional tanto vertical como horizontal. Mujeres y varones no hacen los mismos trabajos, ni en la casa ni fuera de ella, así como tampoco trabajan la misma cantidad de horas en el trabajo remunerado. De ahí la importancia de no reclamar salarios iguales por el mismo trabajo sino salarios iguales por trabajos de igual valor. Así como avanzar en el concepto de corresponsabilidad trabajo – familia.