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Por Edgardo Depetri
Abdala, un ejemplo de ayer y de siempre
A 19 años de su muerte, Germán vive en los trabajadores y en este proyecto nacional, popular y democrático que conduce Cristina.
Cuando lo conocí a Germán, si bien la dictadura estaba en retirada, seguía vigente la represión de cualquier intento de organización sindical, y el ajuste era la perspectiva para el conjunto del pueblo. ATE, nuestro sindicato, estaba intervenido por Horvart, un burócrata sindical al servicio de la Armada.
Y Río Turbio estaba convulsionado porque esa dictadura quería cerrar el yacimiento de carbón donde mis compañeros mineros me habían elegido delegado. Ante esa realidad, decidimos parar la empresa (Yacimientos Carboníferos Fiscales), organizar a los compañeros y luchar. Ganamos esa pelea con una gran movilización y solidaridad popular.
Fue allí que nos sumamos a ANUSATE (Agrupación Nacional Unidad y Solidaridad de la Asociación Trabajadores del Estado) que había nacido a fines de 1977, en el mismo lugar en el que un día antes habían secuestrado a Azucena Villaflor y a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Fue en ese tiempo que gracias a la claridad de Germán en Río Turbio empezamos a entender que la crisis no era del carbón sino del país. Y que lo que se disputaba era el rol que iba a cumplir el carbón en la ecuación energética nacional que planificaban las corporaciones económicas que se habían fortalecido y crecido a costa del genocidio.
Cuando el pueblo recuperó la democracia en el país, al poco tiempo, liderados por Germán, Héctor Quagliaro y Víctor De Gennaro, recuperamos ATE con las banderas de la democracia y la libertad sindical. Queríamos que los trabajadores pudieran votar, porque estábamos convencidos de que si lo trabajadores votaban recuperábamos los sindicatos. No nos equivocamos. Gracias a Germán sabemos que a la intervención y a la lógica sindical de aparato se la rompe construyendo más democracia y participación de los trabajadores.
Luego de la recuperación de ATE vino el tiempo de recuperar el Estado. Estaban en auge las ideas privatizadoras maquilladas como modernización o reforma del Estado. Y fue con Germán que aprendimos que “… el Estado no es algo abstracto…es una herramienta que depende del proyecto de país y de nación al que sirve…” Aprendimos con él que “… el Estado es la única herramienta que tienen las mayorías nacionales y populares para velar por nuestros intereses.
Nosotros no tenemos corporaciones. La única herramienta a mano que tiene el pueblo argentino es el Estado, que es el que puede velar por los intereses de salud, vivienda, educación, para garantizar que no haya desigualdades, para garantizar que los que más tienen paguen…” Somos parte del proyecto nacional y popular que conduce la presidenta, porque él nos enseñó que “…La disyuntiva es encontrar un proyecto político y económico para que el Estado sirva, que es lo que los sectores liberales no quieren. Un Estado que cumpla su rol, que planifique, que fiscalice, que dirija, que dé asistencia…”
Cuando Menem traicionó las promesas de “Salariazo y Revolución Productiva”, Germán sintetizó como diputado nacional (electo a los 34 años) la resistencia al avance neoliberal del menemismo. Planta un debate dentro de las filas del campo popular, que en ese tiempo se expresó en “peronismo o liberalismo”.
Al final perdimos. Perdió el peronismo, perdió el pueblo y ganaron Menem, el neoliberalismo y los grupos concentrados de la economía. El indulto a los genocidas fue la gota que rebalsó el vaso. Aprendimos con Germán, y estos años con Néstor y Cristina, que el peronismo nada tiene que ver con el liberalismo y que no se puede construir un proyecto de país sin Memoria, Verdad y Justicia.
Después de la traición vino la resistencia, el origen de la CTA, y Germán fue nuestra gigantesca gota de mar digno en el Congreso o en la calle. Hasta que como a Néstor el cuerpo le quedó chico. A 19 años de su paso a la inmortalidad, su pensamiento y su accionar son aprendizajes que tienen una actualidad abrumadora. Su coherencia, en tiempo de pugna de aparatos sindicales, un paso a seguir por las nuevas generaciones de millones de trabajadores que desde 2003 nutren el movimiento obrero argentino.
Su ética de vivir como se piensa y actuar como se habla es una enseñanza para cualquier dirigente sindical que represente a sus compañeros. Germán Abdala vive en los trabajadores y en este proyecto nacional, popular y democrático que conduce Cristina. Su ejemplo es eterno, como la lucha por la felicidad del pueblo.
Fuente: Tiempo Argentino