Sobre la masacre de Trelew
El lunes 15 de octubre tuvimos nuevamente la oportunidad de emocionarnos en nuestra Patagonia por la reivindicación de la memoria, la verdad y la justicia. Como dijo Jorge Ulla (hermano de una de las víctimas): "esto va más allá de una sentencia, significa la reivindicación de una generación".
Como miembros del Consejo Directivo de la UnTER y de la CTA Río Negro, concurrimos Cacho Cacopardo y Luis Giannini, junto con Marta Vidal, secretaria adjunta de nuestra CTA, a presenciar la lectura del histórico fallo sobre la masacre de Trelew que tuvo lugar en el centro cultural Hernández de Rawson, a pocos metros del famoso penal 6 de dicha ciudad.
Al llegar tuvimos la emoción del encuentro con una gran cantidad de militantes de organizaciones de derechos humanos de distintos lugares, las madres, las abuelas, los hijos, los hermanos y los nietos recuperados. Entre ellos también estaban nuestros compañeros que vinieron desde Buenos Aires, Rogelio Deleonardis, Secretario de Derechos Humanos de la CTERA y Sec. Gral. de la CTA la Rioja, así como Pablo Reyner, Secretario de Derechos Humanos de la CTA Nacional. También celebramos el encuentro con los compañeros y las compañeras de ATE y de ATECH, que nos facilitaron el ingreso al colmado teatro donde se leyó el fallo con la presencia de cuatro de los procesados, ubicados convenientemente de espaldas al público que tenía en primera fila a los familiares de los fusilados por ellos en Trelew. Dos fueron condenados junto al tercero ausente, otros dos absueltos. En este sentido la primera parte del fallo generó mucha bronca y conmoción porque se escuchó la absolución de quien encubrió el crimen con su actuación como primer juez del hecho (parte de la marina) Jorge Bautista y la absolución del jefe de la Base militar Almirante Zar, Ruben Paccagnini, donde ocurrieron los fusilamientos, algo inédito en los otros juicios por delitos de lesa humanidad. Esto generó importante repudio de los abogados querellantes y del fiscal, que anticiparon que irán a casación por esta situación.
Luego se ratificó la calificación de los asesinatos como delitos de lesa humanidad (en el medio de un enorme aplauso) y las condenas a cadena perpetua e inhabilitación absoluta de Luis Sosa, Emilio Del Real y Carlos Marandino por "considerarlos coautores responsables del homicidio con alevosía y de tres casos de ese delito en calidad de tentativa” de Rubén Bonet, Jorge Ulla, Humberto Suárez, José Mena, Humberto Toschi, Miguel Angel Polti, Mario Delfino, Alberto Del Rey, Eduardo Campello, Clarisa Lea Place, Ana María Villarreal de Santucho, Carlos Astudillo, Alfredo Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas y Susana Lesgart, y de los sobrevivientes Alberto Camps, María Antonia Berger y Ricardo Haidar", todos ellos presos políticos militantes de Montoneros, FAR y ERP-PRT, cometidos el 22 de agosto de 1972.
También se ratifícó la continuidad del trámite de extradición del asesino que sigue libre por vivir en los EE:UU, de apellido Bravo, pues la Justicia de ese país ha negado tal posibilidad hasta el momento. Las querellas criticaron que se dejó de lado su pedido de deportación porque Bravo ingresó ilegalmente a ese país.
Por su parte al Amirante Francisco Mayorga, a quien no se pudo juzgar por su estado de salud, según afirmó el tribunal Oral Federal, se lo controlará periódicamente para verificar su estado de salud y proceder en consecuencia.
Más allá de estas cuestiones la alegría de los familiares de los fusilados en Trelew era inmensa por considerar que quedó establecido en la justicia argentina que Trelew fue el primer acto del terrorismo de estado en la Argentina.
Por nuestra parte volvimos a sentir la emoción de una conquista histórica que nos reivindica la posibilidad de la justicia como algo que muchos creíamos que no veríamos en este tiempo, pero que empezamos a avizorar como posible luego del fin de la impunidad en la Argentina, cuando Néstor Kirchner pidió perdón en nombre del Estado argentino por los actos del terrorismo de Estado en la dictadura. Otra enorme emoción fue el encuentro con entrañables compañeras y compañeros con los que compartimos la jornada, verdaderos sobrevivientes de la dictadura que llevan en sus cuerpos el recuerdo, las huellas de la dictadura, pero también la dignidad de su resistencia, como el propio Cacho Cacopardo y como Jorge Tassara, Oscar Meilán y Cristina Cévoli. Sin embargo, la emoción más importante fue la importante presencia juvenil y hasta haber sido entrevistados por una radio abierta en el lugar conducida por jóvenes muy jóvenes, que se pusieron la camiseta de la justicia y la continuarán llevando adelante para conseguirla en todos los planos de nuestra vida futura como pueblo. Con ellos renovamos el compromiso con nuestra historia y pudimos alimentar la esperanza certera en el futuro, "desafiándolo con un simple ritual" como dice Jaime Roos.
Citamos del diario Página 12 una buena síntesis de la jornada, expresada por Jorge Ulla: “Después de 40 años pedimos justicia no motorizados por rencor y venganza sino por la vida. Recordar la muerte sería el triunfo de la matanza. Ellos creían que al perforar esos cuerpos iban a desaparecer los reclamos de democracia, los pedidos de libertad. Pero no lo lograron. No mataron los cuerpos sino que los inmortalizaron a través nuestro. Esto va más allá de una sentencia, es la reivindicación de toda una generación".