Las mujeres y hombres que integramos la Central de Trabajadores de Argentina, obligados por nuestra propia historia y por los principios que nos llevaron y nos llevan a acometer todas las luchas, manifestamos nuestra incondicional solidaridad con Hebe de Bonafini y la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
No concebimos un prudente y meditado silencio ante el cinismo frío de quienes, abusando de la confianza de las Madres, son pasibles de sospecha por sus conductas y motivo fundado de actuación de la Justicia.
Tampoco consentimos sumarnos al coro de aquellos que, aviesamente, han venido sosteniendo la teoría de la impostura para descalificar los inocultables logros de la política de Estado en materia de derechos humanos.
Menos aún podemos identificarnos con quienes procuran ensanchar las diferencias entre los distintos organismos de derechos humanos siendo que, para la CTA, todos ellos, sin excepción alguna, constituyen uno de los más altos ejemplos de la dignidad de nuestro pueblo.
Repudiamos, entonces, todos los intentos de manchar el buen nombre y honor de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Vengan de donde vinieren, estas actitudes no pueden ser consideradas más que como un ataque directo a la memoria de nuestros caídos, a las heroicas luchas protagonizadas por nuestro pueblo y, sobre todo, a la histórica posibilidad que hoy tenemos de construir un futuro consecuente con este legado.
Las Madres de la Plaza son una bandera que seguiremos llevando al frente de cada una de las peleas que nos queden por librar. Nada ni nadie conseguirán apartarnos de esta voluntad política y de este compromiso para con nosotros mismos, para con nuestra clase trabajadora y para con nuestro pueblo.-