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Denuncia de los trabajadores del Conicet
"Blaquier: ciencia y genocidio en Argentina"
A través de una solicitada, trabajadores del CONICET de todos los sectores denuncian y repudian la distinción que recibió Carlos Blaquier, presidente de la empresa Ledesma el año pasado.
En la solicitada los trabajadores exigen a las autoridades de la Sociedad Científica Argentina (SCA) "una clara definición al respecto apartando a este personaje de la SCA".
Los organizadores invitan a sumarse al repudio a la solicitada, enviando un mail a Blacqout123@gmail.com, con la aclaración del nombre y apellido.
"Blaquier: ciencia y genocidio en Argentina"
Desde 1970, Carlos Pedro Blaquier preside la empresa Ingenio Ledesma, localizada en el departamento homónimo de la provincia de Jujuy. La noche del 27 de julio de 1976, un corte de luz provocado por manos desconocidas paralizó aquella localidad. Conocida luego como La Noche del Apagón, la circunstancia sirvió para que fuerzas represivas de la dictadura militar detuvieran a más de 400 personas, entre sindicalistas, trabajadores azucareros y estudiantes. Muchos de ellos fueron encerrados y torturados en un galpón perteneciente a la empresa de Blaquier, así como numerosos testimonios dieron cuenta de que cientos de detenidos fueron transportados en vehículos del Ingenio Ledesma.
Más de 30 de aquellos detenidos permanecen desaparecidos. Treinta y cinco años después, exactamente el 28 de julio de 2011, familias obreras que vivían en tierras del Ingenio Ledesma fueron salvajemente desalojadas por fuerzas represivas, registrándose el asesinato de tres moradores y un polícía, todos ellos muertos por armas reglamentarias.
El 14 de noviembre de 2011 Carlos Pedro Blaquier es distinguido con el cargo de Miembro Honorario de la Sociedad Científica Argentina, SCA, entidad fundada bajo el gobierno de Sarmiento en 1872, cuyo primer presidente fue el Ing Luís Huergo y que sólo había otorgado un premio semejante a tres argentinos que obtuvieron el Premio Nobel: Bernardo Alberto Houssay, Luis Federico Leloir y César Milstein, además de habérselo conferido a Charles Darwin, Albert Einstein y Guglielmo Marconi.
Lo terrible de esta decisión de la SCA es que es tomada a sabiendas de las múltiples acusaciones de partícipe del genocidio que ya pesaban sobre Blaquier y, para colmo, es aplaudida por personajes como Jorge Zorreguieta, Héctor Méndez, Eduardo de Zavalía, Luciano Miguens, encumbrados representantes de aquel poder económico que jamás dudó en aplaudir el advenimiento dictatorial porque lo instigó desde siempre.
Ha transcurrido ya un año de esa oscura designación y la SCA no la ha revisado a pesar de que, desde entonces, se dieran a conocer en el sector científico y académico algunos repudios manifiestos y, sobre todo, de que un juzgado federal ha procesado a Blaquier.
Es una vergüenza para la ciencia y para la democracia en nuestro país que un individuo así sea protegido y amparado por distinciones honoríficas que funcionan como un manto de impunidad para crímenes aberrantes y criminales de lesa humanidad -civiles y militares- cuando ya hace casi una década que las políticas de Estado en materia de Memoria, Verdad y Justicia son patrimonio de la mayoría de la sociedad argentina. Y es más vergonzoso aún cuando, con nuestro trabajo cotidiano, procuramos honrar el compromiso y el ejemplo de todos los científicos, técnicos y universitarios que cayeron bajo el imperio cívico y militar del terror genocida.
En nuestra condición de docentes, investigadores, becarios, técnicos, profesionales y administrativos que trabajamos en el sector científico, repudiamos esta situación y exigimos tanto a las autoridades de la SCA como a las de las instituciones científicas y académicas argentinas, una clara definición al respecto apartando a este personaje de la SCA.